Declaración estilo Lightwood

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. Magnus cerró la puerta de su antiguo despacho, convertido ahora en la habitación de su pequeño. Su otra mano, aquella que no tocaba la puerta estaba atrapada en la de su nefilim pues ambos acababan de acostar a su hijo.

Desde que volvieron de Idris con un miembro más en la familia eso se convirtió en su rutina, por muy cansados que estuvieran siempre intentaban estar juntos para darle las buenas noches a Max y leerle un cuento o entretenerlo con unas pocas luces brillantes que salían de las manos de su padre. De eso hacía ya dos meses.

Dos meses que Magnus llevaba dándole vueltas a la cabeza pero esa noche estaba dispuesto a hablarlo con su nefilim.

Ambos estaban ya metidos en la cama, Magnus abrazado al cuerpo del nefilim mientras que este le acariciaba lentamente el hombro.

Magnus ya no estaba tan seguro de hablar de contarle sus preocupaciones a Alec pues sabía que eran totalmente ridículas así que trató de dormirse.

Alec le besó la frente y subió su mano del hombro de Magnus hasta su pelo, que comenzó a acariciar de manera cariñosa. Magnus le miró extrañado cuando este le habló con una voz dulce y relajada.

-¿Qué te preocupa, cariño?

Magnus sonrió contra el pecho del nefilim, le encantaba eso. Adoraba que Alec pudiera leerlo como si fuera un libro abierto, por mucho que él tratara de ocultar sus sentimientos y ahogarse en ellos, Alec jamás se lo permitiría.

Pero no quería preocupar a su pareja, sabía perfectamente que Alec se preocuparía por unas simples inseguridades suyas.

-No es nada, una tontería en realidad.

-Puede ser, pero esa tontería lleva impidiéndote dormir adecuadamente más de un mes.

Magnus se incorporó un poco, apoyando su brazo en el pecho del nefilim para poder sostenerse y mirar directamente a los ojos del nefilim.

-Es por Max...- se rindió finalmente.

-¿Qué pasa con Max?

-Es que... es un... es un brujo- Magnus no sabía cómo expresar sus pensamientos con palabras pero Alec intentaba ayudarle en todo lo que podía.

-Creo que ya me había dado cuenta de ese pequeño detalle, cariño.

Magnus rió tranquilamente haciendo que el pecho de Alec vibrara alegremente.

-Todo fue demasiado rápido. Max apareció en nuestra vida de golpe, en la puerta de la Academia y nosotros éramos la mejor opción para el pequeño. No me malinterpretes, amo a Max más que a mi propia vida y amo aún más la idea de que sea nuestro pequeño. Pero tú... para ti, Alexander...

-¿Qué pasa conmigo?

-¿No te... no te preocupa?

-¿Qué debería preocuparme?

-No soy tonto, Alexander. Sé cómo te tratan los demás nefilim desde que supieron que estabas conmigo. Te menosprecian, te miran mal y hablan a tus espaldas porque tú les muestras que me amas. Pero eso puedes cortarlo, puedes dejarme, cortar todos tus lazos conmigo y evitar cualquiera de esas situaciones... pero con Max, es muy diferente. Nunca podrías hacerle eso, aunque quisieras, y sé que jamás querrías hacerlo, pero aún si así fuera, ahora es tu hijo, nuestro hijo y temo que eso acabe destrozándote la vida.

Magnus lo dijo todo de golpe y cuando paró de hablar fue consciente de todo lo que había dicho. Sus lágrimas corrían libres por sus mejillas mientras Alec, ahora sentado con la espalda apoyado en el cabecero, manteniendo a Magnus entre sus brazos, besando su cabeza.

-¿Destrozarme la vida? Amo a ese pequeño con toda mi alma, lo amé desde el primer momento en que sus manitas regordetas arañaron mi cara, desde que su primer llanto nos mantuvo en vela toda la noche, desde que escuché su primera carcajada... aunque tuviera que enfrentarme al mundo entero jamás permitiría que lo alejaran de nosotros.

Magnus miró a Alec siendo consciente de que era un completo idiota, de que estaba preocupando a Alec por nada. Iba a disculparse pero Alec siguió hablando.

-Y ahora, pedazo de idiota, ¿de verdad crees que podría romper mis lazos contigo? ¿Que un día puedo levantarme y pensar en alejarme de ti? Me enfrentaré a nefilim, subterráneos, mundanos, me arrojaré al maldito infierno antes de separarme de ti. Aprendí a vivir cuando te conocí y voy a morir amándote, que te quede claro.

-Alexander, yo...- Magnus cada vez se sentía más inútil.

Alexander se había dado cuenta de su verdadera inseguridad mucho antes que él.

-Aún sigues creyendo que eres un estorbo para mí, ¿verdad?

Magnus se quedó callado un par de segundos, pensando en esa pregunta aunque tenía muy clara la respuesta.

-Lo soy- se oyó apenas un murmullo de su voz rasgada por el llanto.

-Llevas razón, por tu culpa toda mi vida ha cambiado. Ahora todos hablan de mí, sé que me insultan y me desprecian. ¿Debería alejarme de ti por eso? Eso es lo que tú crees, ¿verdad?

Magnus tembló ante esa idea, sabía que era un estorbo para Alec desde el primer momento en que lo vio, desde que vio interés en los ojos del nefilim en aquella fiesta. Pero era demasiado egoísta, sabía el daño que le hacía y aun así no creía ser capaz de vivir separado de su nefilim.

-Tal vez lleves razón, tal vez debería volver a mi antigua vida, todo era mucho mejor, ¿no? Pasaba las noches en vela, solo, pensando en lo miserable que era mi vida, vivía a la sombra de mis hermanos y de mis superiores. Salía a misiones en las que no me importaba morir pues creía que a nadie le afectaría mi falta, escondía todas mis emociones tras una sonrisa falsa y si esta alguna vez se rompía y las lágrimas amenazaban por salir de mis ojos sabía que no habría nadie ahí para secarlas.

Magnus sabía cómo era la vida de Alec antes de su llegada por Jace e Izzy pues su nefilim no quería mostrarse triste ante él aunque fuera cosa de su pasado para no molestarle. Pero incluso lo que le contaron sus hermanos era una simple décima de la verdad pues Alec también les ocultaba cosas a ellos.

-Creo que haré eso, renunciaré a la única persona que hace que duerma sintiéndome seguro al sentirlo a mi lado, que me despierta con dulces besos o con un café recién hecho; renunciaré al amor de mi vida, a esa persona que es capaz de leer mis ojos como si fueran un libro abierto, que es capaz de calmarme incluso cuando ni siquiera yo sé qué me altera. Renunciaré a esa esperanza en el campo de batalla, a esa fuerza que sale de mi corazón y me anima a sobrevivir porque en casa hay alguien esperándome, porque hay alguien que me hace pensar que, tal vez, solo tal vez, mi existencia tenga importancia. Renunciaré al amor y a mi felicidad pues como tú has dicho, esa felicidad reside en un brujo.

Alec notaba pequeñas gotas salpicando su pecho, Magnus había vuelto a llorar ante esa declaración de amor tan del estilo de su pareja.

-Por Lilith, Alexander.

-Los nefilim solo amamos una vez, Magnus, pero lo hacemos para siempre. Mi vida se consumirá mucho antes de que deje de amarte porque aunque fueras un estorbo, serías el estorbo que da sentido a mi vida.

Magnus se abrazó aún más a Alec y le dejó pequeños besos en la clavícula.

-Alexander... siento haber sido tan estúpido...

-¿Cómo era? Ah, sí, brujo estúpido- dijo haciendo que ambos rieran con el recuerdo de dos jóvenes enfrentándose a una horda de demonios pero, sobre todo, enfrentándose a sus propios sentimientos con otra declaración de amor un tanto original.

Ambos siguieron así, abrazados y entre besos y así se durmieron o al menos lo hicieron hasta las tres de la mañana cuando el llanto de Max los despertó y ambos se levantaron a cuidar de su pequeño arándano.

...

Espero que os haya gustado

➰nefilim➰


One Shots Malec/ Alec Y Jace(parabatai)Where stories live. Discover now