Oscuridad

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Ya había pasado más de media hora desde que Magnus dejó de llorar, ya ni siquiera se acordaba de por qué había empezado todo, lo que sí sabía era que lo único que le había salvado eran esos brazos que le rodeaban todavía, esos labios que seguían besando su cabeza, ese cuerpo sobre el que se recostaba. Ambos tirados en el suelo, la espalda de Alec contra una pared y la suya reposando en el pecho del joven.

En ese momento Magnus se odiaba por mostrarse tan débil, debería haber podido ser capaz de aguantar las lágrimas, maldita sea, ya no era un crío. Tenía más de cuatro siglos y era más poderoso de lo que cualquiera podría soñar, ¿por qué seguían afectándole tanto las cosas? Aunque esa no era la pregunta que más le preocupaba.

La duda que siempre rondaba por su cabeza era la misma: ¿por qué era incapaz de mostrarse fuerte frente a Alec? Había fingido tantos años, ante tantas personas, pero con él... simplemente no podía.

    -Alexander, yo....- empezó son su voz aún un poco ronca por haber llorado

   -No sigas- le cortó el nefilim- Sé lo que vas a decir y no estoy de acuerdo.

   -Aunque tú no quieras verlo llevo razón- dijo en apenas un susurro.

   -De eso nada, no eres débil, Magnus. Y aunque lo fueras ¿qué pasaría? ¿De verdad creías que me enamoré de esa fortaleza que fingías?

   -¿Cómo sabes que fingía?- dice separándose del cuerpo del nefilim para poderlo mirar a los ojos.

    -Oh, vamos, soy capaz de saber lo que sientes porque nuestras almas están unidas. Siempre supe que en tu interior había una oscuridad, pero no es la que tú crees. No es tu sangre, ni tus ojos ni tu magia, esa oscuridad es todo el dolor que has callado durante tanto tiempo, todas las lágrimas que has ocultado incluso a tus mejores amigos.

Magnus estaba atónito, incluso Catarina y Ragnor habían tardado más de dos siglos de llegar a esa conclusión, pero se había esforzado un poco más y habían vuelto a creer sus falsas sonrisas. Pero por lo que parecía Alec no era tan fácil de engañar.

    -La primera vez que sonreíste quedé asombrado pero conforme iba conociéndote podía ver todo el dolor que había tras esos labios maquillados que tanto me gusta besar y sufría cada vez que la gente reía a tu lado, sin saber que esa risa te estaba destrozando más aún por dentro.

Las mejillas de Magnus volvían a estar húmedas, aunque él no era consciente de ello, solo tenía ojos para Alec. El joven se había dado cuenta hacía mucho tiempo y no lo había abandonado ni le había reprochado nada.

    -No me dijiste que lo sabías- fueron las palabras que salieron de los labios del brujo sorprendiéndolos a ambos.

    -No, si te lo hubiera dicho solo habría arrojado más oscuridad a tu interior pues te conozco lo suficientemente bien como para saber que hubieras tenido un conflicto contigo mismo para intentar decidir si contármelo o no. Así que simplemente dejé que me lo dijeras cuando estuvieras preparado, porque sabía que me lo acabarías diciendo.

Y Magnus se dio cuenta una vez más de la sabiduría que escondían las palabas de ese joven de 19 años. Ese conflicto del que le hablaba le hubiera matado un poco más por dentro mientras que las palabras de Alec lo que habían hecho era disipar gran parte de esa oscuridad.

Y le miró a los ojos y se perdió en ellos, olvidándose de otros ojos que le miraban con asco, oía su voz y se olvidaba de las tantas que le habían gritado monstruo; besaba sus labios y se olvidaba de la sensación de tantas manos que habían pasado por su cuerpo usándolo simplemente como un simple juguete estropeado que solo servía para una simple noche...

One Shots Malec/ Alec Y Jace(parabatai)Where stories live. Discover now