—No hay cobertura —dijo Iker, que seguía mirando hacia el fondo del garito—. Piensa algo ya, están a segundos de llegar al punto de no retorno.

Martín gruñó como si eso le ayudara a pensar mejor.

—Sami, enciende la luz —dijo Martín abalanzándose sobre la barra, que a esa hora ya estaba bastante pegajosa.

—¿Qué? —Sami se acercó, no le oía con la música.

—Enciende la luz, por favor —Martín suplicaba como antes había hecho Iker.

—¿Has perdido algo? —dijo Sami extrañada—. Falta hora y media para que cerremos, no puedo...

—Joder —dijo Iker, llevándose las manos a la cabeza. Seguía mirando por encima de la gente—. Ya es tarde.

Martín se apoyó en la barra, derrotado.

—Espera. —Iker le agarró del hombro—. Mart, no todo está perdido.

Hugo estaba sorprendido de lo fácil que estaba saliendo su juego con Bea. Al final iba a resultar que Martín se había quedado corto al hablar de lo que Bea sentía por él; no es que le estuviera tirando fichas, o que estuvieran flirteando, es que estaba pavísima.

Estaba siendo más sencillo incluso que con la rubia, y eso le cebaba el ego. Para Hugo podría haber perdido la gracia conseguir algo con tanta facilidad, podría haber pensado que ya había demostrado más que de sobra que ella estaba interesada. Podría haber llegado a la conclusión de que no merecía la pena seguir con aquel juego.

Pero Hugo había dejado de pensar. Solo sentía ganas de acercarse más, de jugar hasta el final. De cerca Bea tenía una boca de lo más apetecible, unos ojos preciosos y una piel demasiado suave. Deseaba acariciarla toda la noche.

No tenía sentido seguir alargando aquello y la besó cerca de la boca. Sintió que se perdía al tenerla tan cerca, su corazón se aceleró y suspiró aliviado al ver que Bea no se apartaba. Antes de que pudiera darle otro beso a ella se le escapó una pequeña risa nerviosa. Entonces trató de agarrar a Hugo y perdió el equilibrio.

Como si le acabaran de tirar un jarro de agua fría sobre la cabeza, Hugo resopló fastidiado mientras impedía que Bea se cayera. Efectivamente, demasiado fácil.

—Be, ¿estás bien? —le preguntó.

—Estupendamente —dijo ella, tratando de sostenerle la mirada, y pronunciando la "s" como "sh".

—Estupendo pedo que llevas. —Hugo la esquivó. No estaba muy seguro de si acababa de intentar besarle o darle un cabezazo.

—Qué va —dijo Bea.

—Estás to' muñeco.

—¿Qué dices, loco? —dijo Bea tratando de señalarle en la cabeza, pero estando a punto de meterle el dedo en el ojo—. Voy bien.

—Te mueves como Bambi recién nacido. —Hugo examinó la copa vacía de Bea—. Whisky con Red Bull, ¿ves como no eres tan lista?

—Hugo, escúchame. —Bea le puso las manos sobre los hombros—. No pasa nada porque estés enamorado de mí.

Se notaba que se estaba esforzando para parecer seria, porque cuando terminó de pronunciar aquellas palabras volvió a sonreír y su mirada se perdió en el infinito.

—Oh, gracias. —Hugo la agarró con fuerza para que no se cayera. Le pareció ver un atisbo de arcada en el rostro de la chica.

—De verdad que no me enfado —dijo Bea con toda la seriedad que pudo.

Si me dices que noМесто, где живут истории. Откройте их для себя