—Ni siquiera yo podía imaginar que era la culpable de la muerte de tu hermano o que perpetrara un plan tan maquiavélico para deshacerse de mi sin pestañear.

—Todo por la maldita ambición de la corona —suspiró.

—Ni se te ocurra culparte de todo lo sucedido, Bohdan —advertí—. No puedes ser responsable de los actos que cometen los demás a tus espaldas por muchas responsabilidades que ahora tengas, menos aún, de la muerte de tu hermano por esa muñeca maldita sin cerebro.

Un amago de sonrisa se asomó a sus labios y se me encogió el corazón que a pesar de todo lo sucedido, aquel rencor de Annabelle no le había consumido. Aunque estuviera mal pensarlo, si por su condición o por las artimañas que jugara a su favor conseguía rebajar así su pena de cárcel, me conformaría con pensar que no volvería a lucir su manicura perfecta.

«Ya podía haberle pinchao de paso una de las tetas, y así se terminaba de compensar» pensó mi lado maquiavélico.

—Creo que el único consuelo que ahora tengo es que mi madre ha abierto por fin los ojos y aún está en estado de shock por saber quién era realmente su sobrina predilecta.

—¿Se lo has contado a tus padres?, ¿Qué ella fue quien mató a Adolph? —exclamé aturdida.

—Si, no podía ocultárselo por más tiempo —admitió—. De hecho, he tardado un poco más porque mi madre sufrió un ataque de ansiedad tras comunicarle la noticia.

—¡Oh dios mío! —exclamé llevándome una mano a la boca e imaginándome la reacción de Margoret tras conocer que su amada y perfecta Annabelle había matado a su propio hijo y no tenía remordimiento alguno en acabar con el segundo si así llegaba a ser reina.

—¿Y ha confesado como le mató? —pregunté esperando que al menos la petarda de turno hubiera colaborado en eso.

—Lo hizo su secuaz —afirmó dejándose caer en la pared como si estuviera agotado y me arrastró hacia él de forma que me apoyé en su pecho para consolarlo—. Le tiraron una sustancia sobre el parabrisas del coche justo antes de una de las curvas para que perdiera la visibilidad y al intentar frenar a esa velocidad perdió el control y terminó precipitándose. Por eso no se detectó nada en su autopsia, ni tampoco en el coche que quedó completamente destrozado.

—Lo siento Bohdan —dije con pesar—. Siento que hayas tenido que enterarte de esa forma... —admití con cierta nostalgia porque yo misma podía ponerme en su lugar y lamentar lo que estaba ocurriendo.

No podía ser nada fácil enterarse no solo de que su hermano había asesinado y las razones de porqué le habían matado, sino el modo en que fue.

—Si te hubiera hecho algo... ¡Dios! —gimió—. No puedes imaginarte todo lo que tuve que controlarme cuando escuché como amenazaba con matarte... te juro que solo podía pensar en estrecharle el cuello hasta que dejara de respirar.

—Ya ha pasado todo —contesté abrazándole—. Al fin se ha sabido la verdad...

—Probablemente nadie olvidé como fue el final de mi coronación en años —musitó con gran pesar.

—No lo olvidarán porque serás un gran rey —aclaré sonriente y Bohdan se acercó hasta mi para depositar un cálido beso en mis labios.

Supuse cuando desperté aquella mañana y vi el hueco vacío en la cama que había dejado mi dios de dioses que debía estar demasiado ocupado ya fuera con todo lo referente a su nueva responsabilidad o al hecho del descubrimiento que tenían una asesina o más bien conspiradora en la familia. Salí de mi habitación encaminándome hacia el comedor donde normalmente se reunía la familia y me sorprendió ver solamente a Margarita con la mirada algo triste.

De Plebeya a Princesa Where stories live. Discover now