Parte 79

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—En representación de la familia real de Liechtenstein y de su excelencia el príncipe Bohdan Vasylyk, es un honor para mí inaugurar este centro sociocultural que se convertirá en el... en el... ¡Mierda en qué! —exclamé mientras volvía a coger la chuleta—. ¡En el primero de toda Europa con nanotecnología de última generación! —grité—. ¿Nanotecnología? Cómo alguien me pregunte qué es eso, le tiro un plátano a la cabeza.

«Nota mental: elegir un bolso en el que quepan plátanos suficientes» Aunque dudo que exista un bolso así que al mismo tiempo sea "cuqui", "monoso" y ultra "cool"

¡Pero quien me manda a mi aceptar hacer semejante ridículo! Solo falta que cuando corte la supuesta cinta rompa las tijeras, se me caigan y mate a alguien o peor... me corte un dedo, ¡Qué narices hago yo sin un dedo!, ¡Cómo voy a escribir!

—¡Esto es una mierda! —grité mientras me tiré sobre la cama dejándome caer hasta que mi cuerpo dio contra el mullido colchón haciendo "plof"—. Más me vale prepararme para el bochorno social que tendré después de mañana —susurré mientras ya me imaginaba mi careto en todas las revistas de prensa rosa con algo muy desastroso como titular que me catapultaría "pa los restos de mi vida".

El teléfono comenzó a vibrar en la mesilla de noche donde lo tenía casi siempre y me acerqué hasta el pensando que quizá sería Bohdan puesto que hacía poco que había hablado con mis amigas, pero para mi sorpresa era mi madre.

—Hola madre —contesté mientras me volvía a dejar caer sobre la cama.

—¡Tanta alegría no, por favó! —exclamó al otro lado.

—Ah mira, no me vengas ahora con uno de tus sermones de mala hija que estoy que no me aguanto ni yo —contesté con cierta apatía.

—¿É que ha pasao argo? —preguntó mi madre preocupada.

—No, bueno... unas cuantas cosas pero nada relevante. Es solo que mañana debo ir a mi primer acto en representación de la familia real y seguro que meto la pata —me sinceré.

—¡Anda yá, que ezo no é pa tanto shikilla! —exclamó mi madre como si le hubiera dicho que iba a dar de comer a los patos del estanque, vamos... igualito.

—¡Claro!, ¡Pues ve tu! —exclamé.

—A mi no man pedio que vaya, zino... iba encantá vamo... que eso solo e desí cuatro chuminá de verano y cortá una sinta de esa roja... ya ve tú que complicasión tiene, la que tu te quiera inventá hija.

«Todavía la ahogo... ¿Cuatro chominás de verano? Menos mal que está a nosecuantos mil kilómetros de distancia.

(advierto, chuminá, chominás, chominadas... significan "tonterías")

—Porque tu tienes una larga experiencia, ¿verdad? —gemí con cierta ironía.

—Pué no, pero lo veo po la tele, cuando sale la reina hasiendo to ese paripé emperifollao y solo dise cuatro cosa que lan preparao y ya ta. Er trabajo mejó pagao der mundo niña —dijo tan pancha la tía—. Totá, si se equivoca no se va a enterá nadie con tanta palabra fisna y el resto de la gente tará pensando en toa la operasione que sa eso desde que sa casao —añadió para rematar mi madre.

«No me fastidies... y yo aquí matándome para que me salga el discurso perfecto y la gente solo va a pensar si mi nariz es operada, si tengo las tetas postizas o si me he chutado botox en la cara»

—¡Vamos!, ¡Que te dice que el mundo se acaba y tu ni te enteras! —contesté llevándome una mano a la cabeza.

—No mujé... eso no lo dice la reina, lo dice er presidente.

De Plebeya a Princesa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora