Parte 71

184K 20.8K 1.9K
                                    

«Y yo te envié directamente a freír pimientos» grité en mi cabeza.

—Me pareció escuchar que mi prometida no estaba interesada —terció Bohdan y le miré fijamente con aquel semblante serio.

«¿Me había escuchado? Alabado sea el señor...» murmuré.

—No lo tengo tan claro primo —contestó Dietrich con una media sonrisa de petulante.

¿Pero a este que le han dado?, ¿Le pagan por ser idiota? Como esto tenga algo que ver con esa palillo de tres al cuarto y sus tetas postizas ¡Lo ahogo!, ¿Qué no lo tenía tan claro? Todavía le doy una patada en los mismísimos cataplin...

—Largo de aquí Dietrich —profirió con una voz tan sumamente autoritaria que hasta me puso el vello de punta y no precisamente por miedo.

—¿Acaso tienes miedo, primito? —escuché decir a Dietrich de forma petulante—. Cualquiera diría que estas... celoso.

Por alguna razón tuve la sensación de que Bohdan se contenía y si soy sincera, ni yo tenía la santa paciencia de aguantar la increíble arrogancia que parecía tener el prenda allí presente, era como si entre ellos hubiera alguna especie de competencia por la forma en la que Dietrich le trataba, básicamente parecía estar retándole con la mirada.

—¿Miedo? —exclamó Bohdan acercándose hasta su primo con una mirada que casi daban escalofríos—. Sé lo que pretendes y no lo vas a conseguir —escupió aquellas palabras en su cara mientras yo observaba la escena como en una peli dramática donde solo me faltaban las palomitas para crear más expectación.

—Eso ya lo veremos —afirmó Dietrich igual de altivo.

«Vale, vale, vale. Stop. ¿Qué cojones está pasando aquí?, porque esto más que una discusión parece una pelea de "machitos"»

—¿Es una amenaza? —exclamó Bohdan con el ceño más que fruncido, de hecho, ya estaba anticipándome y veía como estampaba su puño apretado en la cara de su primo.

—Si prefieres verlo así... yo lo llamaría cambio de intereses —contestó Dietrich en cierto tono de ironía que no pasaba desapercibido—. Nos veremos pronto Celeste —añadió guiñándome un ojo y acto seguido se marchó para mi atónita expectación y recalco atónita porque tenía la boca tan abierta ante lo que acababa de decir que no solo entraban moscas, sino aviones enteros.

Pero ¿qué clase de caradura era ese tío?

—¿Se puede saber qué ha sido eso? —exclamé señalando con el dedo índice la puerta por la que acababa de salir Dietrich mientras Bohdan parecía pensativo.

Bohdan se dirigió a la puerta y por un momento pensé que se marcharía dejándome allí, pero por el contrario la cerró con más suavidad de lo que pensé en un principio, pero me había olvidado de su magnífico autocontrol hacia sí mismo... es más, aún seguía sorprendida de que no le hubiera dejado un ojo morado al idiota de turno.

—¿Te sientes atraída por él? —exclamó en cuanto se volvió hacia mi, solo que no me miraba, sino que miraba hacia el suelo.

—¿Qué? —exclamé completamente confundida y en ese momento tiré la camiseta que aún tenía pegada contra mi cuerpo para taparme y avancé hasta él colocándole las manos en el rostro—. Mírame...

Bohdan alzó aquellos ojos azules hasta posarlos sobre los míos y lo que vi fue inseguridad... una inseguridad que no tenía ni idea de cómo había llegado hasta él, ¡Santo cielo!, ¡Si él era un Dios griego andante!

—Podría llegar a entender que te sintieras atraída hacia...

—No Bohdan —atajé antes de que siguiera por ese camino que no llegaba a ninguna parte—. Tu primo podrá ser muy guapo, pero ni tan siquiera se acerca a la suela de tus zapatos —confesé.

Si hacía que su ego creciera me daba absolutamente igual, no estaba diciendo una mentira precisamente.

—¿Estás segura? —preguntó mientras rodeaba con sus manos mi cintura acercándome a él.

—Completamente —afirmé—, pero creo que la cuestión no es esa, sino lo que sucede entre vosotros dos.

—No sé a qué te refieres —contestó intentando cambiar de tema.

—Quiero saber qué está pasando Bohdan, porque lo que acaba de pasar viene de atrás y antes de que lo niegues, te recuerdo que desde el mismo instante en que mencioné que era Dietrich quien me estaba dando clases de baile no te agradó en absoluto.

Le escuché suspirar y después soltar lo que parecía una maldición en una lengua desconocida, probablemente fuera el dialecto ese de la zona... a ver si ahora me iba a tener que poner a aprender otra lengua "alemana" por culpa de otro "alemán" para entenderle.

—Desde que tengo recuerdos, Dietrich siempre ha querido llamar la atención —comenzó a decir mientras caminaba hasta el pequeño silloncito que había a los pies de la cama y se apoyaba en una de las brazaderas dejándose caer en ella—. Al principio su obsesión era con Adolph puesto que ambos eran de la misma edad... incluso pensé que parecía una competición para él tratar de ser mejor, fue Dietrich quien le reveló el mundo de las carreras de coches y competía contra él.

—¡Oh dios mío! —exclamé acercándome hasta él.

—Por si te lo preguntas no estaba allí la noche en que murió —aclaró como si le hubiera dado respuesta a mis pensamientos—. La cuestión es que, tras la muerte de Adolph, esa fijación pasó a tenerla conmigo...

—Pues si cree que me va a tener a mi, va listo... —bufé airada.

—Encontré a mi última pareja en su cama —dijo cruzándose de brazos—. Y posteriormente supe que la anterior también había sucumbido a sus encantos.

¡La madre que pario a Dietrich!, ¡Será cretino! No me extrañaba entonces la actitud que tuvo en plan "celos" cuando le dije que era mi profesor de baile...

—Si Dietrich necesita tener todo cuánto tú tienes para creer que es mejor que tú, es su problema —afirmé—. Yo sé que no lo será por más que lo intente... y desde luego sus métodos de persuasión conmigo no van a funcionar.

«Por no decir que yo estoy más que enamorada de ti y contra eso no podrá hacer nada» me faltó añadir.

—No quiero que te utilice solo para su propio interés —dijo atrayéndome hasta él—. Sabe que me gustas y hará hasta lo imposible por tratar de llegar hasta ti solo para fastidiarme.

—Que lo intente —susurré mientras sonreía acercándome a sus labios—. Porque puede que no le guste tanto lo que se va a encontrar —añadí llevando mis manos a su cabello para acariciarlo—. Y le quede suficientemente claro que no me interesa en absoluto sus pretensiones.

—¿Y qué es lo que te interesa Celeste? —preguntó con una sonrisa mientras yo seguía acariciando su cabello.

—Aún no lo tengo claro —mentí—. Aunque creo que me estoy acercando lo suficiente como para averiguarlo —añadí y no esperé una respuesta, sino que uní mis labios con los suyos desesperada por demostrare quién me importaba a mi en realidad...

¡Anda y que le dieran con viento fresco a Dietrich!

Nadie podía besar mejor que mi príncipe, era absolutamente imposible puesto que sus labios eran la más pura ambrosía realizada por los dioses.

Nadie podía besar mejor que mi príncipe, era absolutamente imposible puesto que sus labios eran la más pura ambrosía realizada por los dioses

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
De Plebeya a Princesa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora