Parte 95

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¡A leer bellas flores!

Cogí el teléfono y revisé los mensajes

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Cogí el teléfono y revisé los mensajes. Solo tenía unos cuantos sin leer en el grupo de las chicas sobre una revisión de Mónica de su embarazo en el que aseguraba que todo estaba bien, pero nada de Bohdan...

¿Y si son solo paranoias mías?, ¿Y si la había enviado él en plan sorpresa?

Me debatía entre la indecisión sobre acudir o no a esa cita porque después de todo, aunque no fuese Bohdan, quería saber de qué se tratara, pero aventurarme en esas mazmorras que daban repelus sola y con la incertidumbre constante, como que no me motivaba a pesar de los buenos recuerdos que me traían esas estancias.

«Vamos y no seas cobarde, Celeste» me dije para motivarme a mi misma a descubrir de qué trataba todo aquello.

En ese momento la puerta se abrió y entró Bohdan como siempre hacía desabotonándose la camisa como si pareciera desesperado por quitarse la ropa que llevaba puesta después de todo el día.

—¡Estás aquí! —exclamé mientras salí corriendo hacia él y me abracé a su cintura.

En ese momento sentí un alivio por no haber ido hasta allí descomunal.

—Pues claro, ¿Dónde quieres que esté preciosa? —preguntó acariciándome el cabello mientras yo me embriagaba de su peculiar perfume que tanto me encantaba.

—Recibí esto hace unos minutos —mencioné separándome unos centímetros de su pecho y enseñándole la nota que aún llevaba en la mano.

Observé como él la leía rápidamente y de pronto fruncía el ceño.

—¿Pensaste que era yo? —preguntó mirándome fijamente.

—Al principio sí, pero después dudé de que fueras tú porque supe que la habrías escrito a mano y firmado con tu nombre —aseguré.

—¿Quién lo ha traído? —exclamó taciturno.

—Uno de los sirvientes —afirmé.

—Quédate aquí y cierra con llave en cuanto salga, voy a averiguar de qué va todo esto —afirmó dirigiéndose hacia la puerta.

—¿Vas a ir solo? —exclamé—. ¿No es mejor que te acompañe? —gemí de nuevo teniendo repentinamente miedo y no precisamente por mi.

—Si te estaban esperando a ti, no pienso ponerte en riesgo de ninguna forma —aseguró acercándose hasta mi e inclinándose para rozar mis labios.

—Bohdan —gemí preocupada—. ¿Y si te ocurre algo? Tengo miedo... —confesé.

—No me pasará nada preciosa... volveré antes de que te des cuenta —aseguró abriendo la puerta—. No me iré hasta que escuche como cierras con llave —insistió y afirmé con un gesto de cabeza.

En cuanto Bohdan cerró la puerta eché el seguro de la misma. Los dedos me temblaban, ahora estaba completamente segura de que no había sido él quien había enviado esa nota y la incertidumbre me acechaba, ¿Quién demonios había sido?, ¿Sería Dietrich que verdaderamente no se habría marchado?, ¿Tal vez Annabelle en una de sus artimañas?, ¿Habría un tercero en aquella incógnita cuyo rostro desconocía?

De Plebeya a Princesa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora