Parte 40

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¡Feliz San Valentín mis bellas florecillas!





No sé si era la calefacción de la habitación o ese cuerpo que tenía el dios griego andante que estaba en el baño, pero tenía un calor que ni el hielo del polo norte creo que era capaz de apagarlo

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No sé si era la calefacción de la habitación o ese cuerpo que tenía el dios griego andante que estaba en el baño, pero tenía un calor que ni el hielo del polo norte creo que era capaz de apagarlo. Normal, si es que con tanto calentamiento que me había metido en el cuerpo ese hombre, parecía una bomba en combustión. Aún así, me tapé ligeramente con la sábana sintiendo excitación hasta con el propio roce tras hacerlo y apagué las luces dejando únicamente una la luz tenue que provenía de la mesilla de noche en la parte en la que "él" dormiría.

«Amiga mía, más te vale no pensar que va a estar a escasos diez centímetros de tu cuerpo porque te vas a querer suicidar y tirarte por el puñetero balcón de la piojosa suite de las narices» me repliqué en tercera persona como si fuera otro el que me lo decía. «Si es que me tendría que haber ido a mi piso, por lo menos no tendría esta tensión...este acaloramiento y el copetín divino que tenía ahora»

Fui a mirar el movil solo por ver la hora y abrí la cremallera del bolso que justo estaba en mi mesilla de noche, en ese instante escuché la puerta del baño y lo admito; la curiosidad podía conmigo pero maldita fuera mi curiosidad ¡porque el tío estaba en calzoncillos!

«Bendito dios, bendita la virgen y bendito el espíritu santo por crear semejante obra de arte» El alma se me cayó al suelo... el alma, la boca, la baba y el bolso con todos los condones desparramándose por el suelo, al menos esto último me hizo reaccionar.

¡Ay dios que fijo que los ha visto!, ¡Y ahora va a pensar que soy una jodida salida desesperada! Me dije mientras empezaba a recogerlos metiéndolos de nuevo en el bolso a dos manos y con medio cuerpo "casi en bolas" fuera de la cama.... Ni pensé en el pedazo de vista que probablemente le estaba dando, tenía otra prioridad en ese momento antes que "tapar mi culo al aire".

Para mi suerte o para mi desgracia, no dijo nada. Sentí el peso de su cuerpo sentándose sobre la cama segundos más tarde y la tensión me podía.

—¿Te... Te lo has pasado bien esta noche? —pregunté sin girarme a mirarle.

—No —escuché de pronto.

—¿Tan aburrido ha sido para ti? —exclamé girándome para encararme.

Me importaba un comino su opinión —vale, no me importaba un comino—, ¿pero con que desfachatez dice uno algo así? Eso me estaba bien empleado por preguntar solo para entablar conversación.

—En absoluto, la velada no ha sido para nada aburrida, de hecho, la he encontrado fascinante sobre todo al ver como movías ese cuerpo... —comenzó a contestar arrastrando las palabras y una mano se posó en mi cadera puesto que yo estaba de lado, comenzando a acariciarla—, volviéndome loco de deseo.

En ese momento jadeé, ¿Acaba de decir lo que creo que acaba de decir?

—¿Entonces? —susurré dejándome arrastrar por ese toque sensual de su mano.

De Plebeya a Princesa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora