Parte 34

214K 22.5K 908
                                    




INFORMO A TODAS QUE LOS CAPÍTULOS QUE VAIS A VER EDITADOS ANTERIORES ES PORQUE HABRÉ AÑADIDO LOS DIALOGOS ENTRE PARÉNTESIS DE LA MADRE DE CELESTE QUE TANTAS NO ENTENDÉIS

Dicho esto

y que tanto lo pedíais...

...pues...

¡CAPÍTULO DOBLE!

(el segundo lo subiré más tarde porque lo voy a escribir ahora)

(el segundo lo subiré más tarde porque lo voy a escribir ahora)

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Aquella noche no dejaba de dar vueltas en la cama pensando en qué podría haber pasado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Aquella noche no dejaba de dar vueltas en la cama pensando en qué podría haber pasado. Ni siquiera la distracción de ver las estrellas con Margarita había conseguido que me abstrajera, en cierta forma porque pensé que todo eran imaginaciones mías, que de un momento a otro él finalmente sí aparecería por esa puerta para buscar una excusa de que nos viéramos, aunque fuera en presencia de su hermana.

Que distinto habría sido estar en esa torre, rodeada de oscuridad, pero con él y no con la hermanita pequeña... ¡Oye!, que agradecía a la pobre Margarita su afán de compañerismo aunque solo fuera en beneficio mutuo, tanto ella como yo estábamos más aburridas que un piojo en una cabeza pelona, pero después de esperar o más bien lo definiría "anhelar" que volviera para "terminar" eso que habíamos empezado justo antes de que se marchara y ver su reacción fría e indiferente, me acababa de dar la ostia del siglo y aún no reaccionaba.

«Probablemente tarde días en reaccionar» ¡Joder!, ¡Si hasta había liado una zapatiesta para conseguir preservativos para nada!

Tal vez fuera mejor así, porque total, por mi parte no los había conseguido y por parte de él con su indiferencia, dudaba que si los tenía fueran con la intención de gastarlos en mí.

No tenía ni idea de si seguiría en pie lo de la boda. ¿Me acompañaría después de que ni siquiera me había dirigido la palabra? Empezaba a dudarlo, quizá me plantara alguna excusa y finalmente acudiría sola. Ya me veía la pobre cara de Sonia desilusionada y yo teniendo que dar disculpas que no me correspondían...

Me moría de ganas por preguntarle, pero al mismo tiempo tampoco quería parecer desesperada si lo hacía.

—¡A la mierda todo! —exclamé cogiendo el teléfono y vi que eran la una y media de la madrugada. No iba a dormir a este paso dándole vueltas a lo mismo, preguntándome que había podido cambiar en esos días que él había estado fuera y además, ¿Qué me importaba ya a estas alturas lo que pensara? Total, ni que se fuera a quedar conmigo para toda la vida. Si desde el primer instante dijo que lo nuestro tenía fecha de caducidad.


Celeste

No hemos podido hablar del fin de semana, imagino que estás muy ocupado.

¿Está todo bien?, ¿Sigue en pie que me acompañes a la boda?


Era un mensaje simple. Lo admito. Lo releí como treinta veces antes de pulsar enviar por si dejaba entrever lo que mis más recónditos deseos pedían a gritos. Más vale que les echara vuelta de llave doble porque me daba en la nariz que se iban a tener que quedar ahí encerraditos y aclamando la tableta perfecta abdominal del principito a pesar de no catarla.

Casi no me lo creí cuando la pantalla se iluminó con un mensaje de él. Francamente no me esperaba que me contestara a esas horas.


Bohdan

Tengo mucho trabajo.

Te prometí que te acompañaría y eso haré.

Buenas noches.


Vale. «Houston, tenemos un problema» Ni eran imaginaciones mías, ni leche en pepitoria... creo que no se puede ser más correcto y borde al mismo tiempo. ¿Pero qué demonios le pasaba a ese hombre?

O yo me había imaginado cosas que no eran, o definitivamente era bipolar. Pero si quería jugar a ese juego, adelante.


Celeste

Perfecto.


Fue mi única respuesta y le di un puñetazo a la almohada porque simplemente no tenía la cara angelical de Bohdan delante.

«A una mujer no la puedes calentar a punto de ebullición para después echarle una jarra de agua helada»

Este se iba a enterar de lo que es bueno... y de quién era Celeste Abrantes.

 y de quién era Celeste Abrantes

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
De Plebeya a Princesa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora