Parte 90

172K 19.3K 1.3K
                                    

Sus manos recorrían mi piel delicadamente, arrancándome cada prenda que llevaba puesta con suma delicadeza mientras sus labios devoraban cada vez con más ansiedad los míos.

Tengo que reconocerlo, en el momento exacto en el que Bohdan me tocaba todo mi mundo quedaba eclipsado ante su contacto prestando atención a cada roce, cada caricia y cada suave toque de sus manos provocando que el mundo dejara de existir para tener mi propia burbuja en la que solo estábamos él y yo.

—Tan solo hace unas horas que me ausenté y aún así estaba deseando regresar de nuevo para verte —jadeó rozándome los labios en un amago de sonrisa.

—Es que soy bruja —susurré—. Te he hecho un conjuro para que no te olvides de mi —sonreí mientras notaba como sus manos bajaban hasta mis nalgas y me alzaba para tirarnos a ambos sobre la cama.

—Pues te garantizo que funciona —aseguró justo antes de sentir sus manos rodeándome el pecho sobre el encaje del sujetador y jadeé ante su contacto.

«La madre que te trajo al mundo que bien lo hizo señor, ¡No pares!» gemí interiormente mordiéndome el labio.

—Lo único que quiero que me garantices es que no pares —dije justo antes de enredar mi mano en su cabello y atraerle hasta mi para devorar esos labios que solo incitaban al pecado más febril que había en mi.

Los dedos hábiles de Bohdan me desabrocharon la prenda de encaje liberando así mi pecho y se dirigieron hacia esa parte de mi anatomía para masajearlos al mismo ritmo que su lengua acariciaba la mía en una batalla campal digna de ser recordada.

—No te preocupes —jadeó apartándose un segundo y abrí los ojos buscando de nuevo su contacto viendo que él me miraba con esos ojos de color intenso que ahora estaban parcialmente oscurecidos—. No pienso hacerlo —añadió con voz ronca antes de recorrer la distancia que su boca le separaba de la mía y exclamé un pequeño gemido de placer al comprender lo que significaba aquello.

Me moría de ganas literalmente porque me hiciera suya, por sentirle de nuevo en lo más profundo de mi ser llenándome, colmándome y cautivándome por completo.

Enredé mis piernas en su cintura anhelando su contacto y mis deseos cobraron vida porque noté los dedos de Bohdan abriéndose paso entre mi ropa interior que impedía su acceso.

—Definitivamente me vuelves loco —susurró antes de hundirse entre mis piernas consiguiendo que toda mi respuesta fuera un jadeo de placer ante la inesperada invasión.

«Y yo definitivamente ya no estoy cuerda» gemí cerrando los ojos y abandonándome al placer que mi príncipe me daba.

Me arqueé dejándome llevar al abismo con cada una de sus embestidas y clavé mis uñas en su espalda arrastrándome hacia aquel infinito orgasmo que me transportaba al paraíso.

Cuando fui consciente de nuevo notaba el peso de Bohdan sobre mi y abrí los ojos lentamente y le vi observándome atentamente así que sonreí.

—Eres tan hermosa... —susurró sintiendo sus dedos en mis mejillas acariciándome el rostro.

—Si me lo dices así voy a creerlo de verdad —contesté mordiéndome el labio.

-Bohdan se colocó de lado y me atrajo hasta él.

—Créetelo —susurró—. ¿Qué tal has pasado la tarde con tus padres? Lamento no haber llegado a tiempo a la cena —añadió tan atento que me daban ganas de comérmelo con chocolate o sin él.

«¿Por qué tendrá que tener el kit completo del hombre perfecto?»

—Bien, todo ha ido bien —contesté—. Aunque necesito contarte algo —dije esquivando su mirada y poniéndome repentinamente nerviosa.

—¿Ha ocurrido algo? —preguntó frunciendo el ceño.

—Puede que sí —afirmé—. Realmente no lo tengo claro, pero sin querer escuché algo.

—¿A qué te refieres? —exclamó con cierta inquietud que hasta pensé que parecía más nervioso que yo.

—Escuché una conversación entre Anabelle y Dietrich —dije no sabiendo muy bien como comenzar a decirlo—. Yo solo pasaba por allí buscando a mi madre, no pretendía... —intenté justificarme y vi que él me colocaba un dedo en el mentón para que le mirase—. Dietrich oculta algo grave y ella lo sabe —atajé.

—¿Algo grave? —preguntó confundido.

—Si... esa ha sido la razón por la que sedujo a tus exnovias para que te engañaran, Anabelle le incitó a que lo hiciera para sacarlas de tu vida.

—¿Estás segura de eso? —exclamó no muy convencido.

—Tan segura como que le ha vuelto a amenazar para que haga lo mismo conmigo y si no accedo utilice los medios necesarios para conseguirlo.

—No puede ser... —dijo llevándose una mano al cabello—. Admito que Anabelle no es que sea la mujer más buena del mundo, pero dudo que haga algo así.

—¡Te estoy diciendo que lo escuché! —alcé la voz.

—Probablemente escuchaste mal. Dietrich solo se acostó con dos de mis exnovias porque ha buscado esa rivalidad y competitividad, ya te dije que lo hacía con mi hermano también. Dudo que Anabelle tenga algo que ver en ello.

—¿Entonces no me crees? —exclamé anonadada.

—Te creo —contestó sincero—, pero más bien tiendo a creer que debiste interpretar mal esa conversación.

¿Interpretar mal la conversación? No había lugar a la mala interpretación, había escuchado bien clarito con estos oídos que el señor y mi madre me han dado que el palo escoba ese oxigenado con tetas me quería lejos, muy lejos de allí y que así tuviera que drogarme, Dietrich se asegurara de que Bohdan me mandase a paseo.

«Vale... te voy a demostrar que esos dos no son trigo limpio» medité mientras ideaba un plan en mi cabeza, «Y luego te voy a decir "te lo dije"»

 te voy a demostrar que esos dos no son trigo limpio» medité mientras ideaba un plan en mi cabeza, «Y luego te voy a decir "te lo dije"»

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
De Plebeya a Princesa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora