¿Descendencia?

288 21 1
                                    

Ya ha pasado un tiempo considerable desde que terminé con mis plegarias. Observaba el cielo colmado de resplandecientes estrellas y la respuesta lamentablemente no llegaba.

Hay una frase que mencionan con frecuencia las personas: 'el que calla, otorga'. Pensé que al no tener su aprobación inmediata, mi hermana Artemis tal vez estaba en lo cierto. Si es así, poco y nada puedo hacer ya.

Cuando finalmente me rendí y doy la vuelta para regresar, noté como el cielo nubló repentinamente, acompañado de ráfagas y truenos. Entre medio de la mencionada tormenta, comencé a sentir un cosmos gigante y magnánimo.

Una gota de sudor comenzó a recorrer mi mejilla. Mis nervios estaban fuera de control, aún así, no me moví del lugar. Siempre me consideré una diosa pacifista, por eso estuve -y estoy- abierta siempre al diálogo. Escuché resonar su voz con firmeza ante mí, quien esperaba con ansias su respuesta:

— Atena, hija. Tu energía y palabras han llegado a mí, y me hago presente para otorgar mi contestación. Cómo mencionas, te he encomendado la Tierra y la resguardaste en todo momento. Tus dichos me hicieron regresar en el tiempo... Recuerdo con orgullo como liderabas en el terreno de la guerra y cómo me ayudaste contra los Gigantes. ¡Ni el mismísimo Ares ha podido contra tí! Por ello, como diosa de tal magnitud que eres, no me parece apropiado consultarme también por tus comportamientos o por lo que acontece en tu vida privada. Haz caso a tu consciencia, no me necesitas para eso. Si tú crees que el camino que elegiste es el correcto, estaré conforme. No tengo motivos para recriminarte, por algo eres mi hija favorita. Todos, incluidos los dioses, nos hemos enamorado alguna vez de los mortales y también, hemos tenido descendencia a través de ellos.

— ¿Descendencia? Creo que te precipitaste un poco, padre.

— No lo creo, yo sé que será así. Y te sorprenderás como nunca, querida Atena...

Así fue, como el cosmos de mi padre y la tormenta en el cielo se fueron disipando hasta desaparecer. En el horizonte, ya se podía ver el cielo aclarando, el amanecer. ¡Me sentí afortunada de tener su aprobación!

Si daría una opinión sobre mi hermana, quien me descalificó como diosa por compartir mi vida con un mortal, le contestaría que, a pesar de sus dichos, jamás le tendré rencor. Ojalá mi experiencia pueda servirle de inspiración para que busque la felicidad como yo, en fin.

Con una descomunal sonrisa, regreso a las corridas con Saga, y chocamos abruptamente entre nosotros. El geminiano me toma fuertemente y expresa su felicidad por lo que presenció. Ya se le ha hecho mañas espiarme, porque no es la primera vez que lo hace.

— Eres lunática, Saori. ¡Escuché todo! Me has liberado, pero esta vez de la frustración que cargaba por creer que te estaba perjudicando. ¡Gracias! ¡muchas gracias mi bella mujer!

— Soy capaz de llegar a estos extremos y mucho más por nosotros, quiero que lo sepas.

Estábamos más unidos que nunca. A estas alturas, nuestro amor ya era tan sólido como una roca. Y nadie la podrá destruir.

Saori Kido - Relato de una diosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora