Retorno

236 19 0
                                    

Después de pasar un lindo día con la hermosa compañía del geminiano, a la mañana siguiente me encontraba preparando los últimos detalles para nuestro regreso al Santuario. Aprovechando que Saga entraba a mi cuarto del hospedaje para venir a buscarme, quise llevarlo a 'indagatoria', solo por mera curiosidad.

- Saga. ¿cómo te has sentido en todos estos innumerables viajes acompañado de mi presencia?

- Excepcional. A lo mejor usted esto lo toma como algo cotidiano, me refiero a viajar. Pero yo recién empecé a experimentar todo esto... lo que quiero decir es que, prácticamente he dedicado mi vida completa a ser un Santo, desde pequeño mi estadía siempre fue únicamente en Grecia. Jamás he conocido otros países, ni mucho menos conocer tantos lugares agradables al ojo humano, ¡al lado de una diosa olímpica! Como se lo agradezco... me ha hecho bien. Gracias.

- No tienes que agradecerme. Tu presencia también me ha halagado mucho, ¿y sabes qué? he notado como les has agradado a otras chicas de por ahí. ¿No te dabas cuenta cómo el público femenino te perseguía con la mirada y hasta te echaban algún que otro piropo? no lo voy a negar Saga. Eres un hombre muy apuesto. Me encantaría que cada uno de mis Santos se abran sentimentalmente con una dama y si luego todo surge bien, formar una familia, así dejan completamente en el pasado su rol de Santos atenienses. ¿no crees?

Saga me mira con cara de incredulidad, y hasta con alguna risa disimulada.

- Debes estar bromeando.

- Jeje, no. Estoy hablando en serio.

- No voy a pensar en eso por ahora, quiero quedarme a tu lado para servirte como corresponde, por lo menos permitídmelo hasta tu mayoría de edad. Es lo mínimo que puedo hacer por la diosa que tanto ha hecho por mí. Así como tú dijiste que tu conciencia no te iba a dejar en paz hasta que cumplas tu promesa... Bueno, mi caso es totalmente el mismo.

Mi corazón dio un gran suspiro de alivio, ya que no me esperaba tal respuesta. Solté una gran sonrisa y le di las gracias. Lo abracé con fuerza y besé su mejilla. Él, por supuesto, correspondió a mi abrazo.

- Ahora sí... ¡volvamos a nuestro Santuario! seguro nos están echando de menos...

Saori Kido - Relato de una diosaOn viuen les histories. Descobreix ara