Paseo matutino

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Tomé la decisión de madrugar a la mañana siguiente. Me puse un atuendo súper cómodo, recogí mi cabello y decidí tomar camino hacia la pequeña aldea de Rodorio.

Comencé a descender sigilosamente hacia la salida del Santuario. Faltaba la última casa por pasar, la de Aries. Además el amanecer se aproximaba… era mi momento perfecto para escabullirme. Pero la ilusión de salir sin que nadie me viera se evaporó rápidamente.

¡Señorita Atena!

— ¡¡AHHHH!! ¡Gracias por el susto!

¿Adónde va tan temprano?... ¿se puede saber?

Jeje... Sólo voy a estirar los pies, hoy me desperté más temprano de la costumbre.

El ariano emite un largo suspiro.

Saori, recuerde por favor que hoy ya nos tiene a nosotros. El hacer cosas solitariamente sin pedir ayuda a los Santos de Oro, sería algo así como una ofensa. Sé que usted desde el principio peleó en solitario y casi todos los Santos de Atena creyeron que era una impostora. Seguro es una costumbre habitual el andar sola. Pero eso ya cambió, no necesita hacerlo más. ¿Acaso no nos dijo ayer que cualquier inquietud que tengamos se la digamos? Pues, eso estoy haciendo ahora, diciendo lo que siento.

Tienes razón y te pido mil disculpas. Hay cosas en la que todavía debo madurar, ¿no? Recién me preguntaste dónde me dirigía y te lo diré: Bueno... iré a la aldea que está a unos kilómetros de aquí. Te lo explicaré en el camino jeje. Vamos, ven conmigo Mu, ahora serás mi cómplice.

Ante su mirada dudosa, tomé la mano de Aries firmemente y nos apresuramos a la salida. Si alguien más se enteraba, más allá de las palabras tan ciertas del lemuriano, la sorpresa que tenía preparada para Saga se iba a terminar de arruinar.

Saori Kido - Relato de una diosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora