«Lárgate Celeste... ¡huye a la voz de ya!»

—Claro... —contesté fingiendo una sonrisa.

—Entonces siéntate y deja que te sirva —añadió señalándome el taburete y mis manos temblaban... aquello podía salir muy bien o muy mal, y por mi bien esperaba que saliera bien.

Observé como Dietrich buscaba un par de copas de cristal y sirvió la limonada a mi espalda.

—Y dime —dijo dejando una de las copas frente a mi y sentándose a mi lado con la otra—. ¿Le ha gustado a tu familia nuestro pequeño país? —preguntó como si intentara darme conversación.

—Si —afirmé—, de hecho les ha encantado y están deseando volver.

Vi como Dietrich se llevaba la copa a sus labios y la dejaba en la mesa.

—Que bien, espero entonces que vuelvan a visitarnos pront...

—¿Ese no es Bohdan? —exclamé estirándome del asiento hacia la puerta que había detrás y Dietrich miró en esa dirección, gesto que aproveché para coger su copa y acercar la mía hacia donde él estaba—. ¡Oh vaya! Deben ser las ganas que tengo de verle —dije sonriendo tontamente y llevándome la copa a los labios bajo su atenta mirada.

Observé que Dietrich cogió la que había sido para mi y bebía el contenido sin dejar de mirarme. No tenía ni idea de si había echado algo o no en la bebida, pero desde luego pronto lo sabría.

Siguió hablando de cosas banales, tales como que cuando era pequeño la familia organizaba grandes fiestas en palacio para festejar los cumpleaños de Adolph y Bohdan, o que recordaba las travesuras que solían hacer de pequeños en el bosque hasta que en un momento dado, noté que le pasaba algo.

—¿Estás bien? —pregunté viendo como se llevaba una mano a la frente.

—Si.. si... yo no... —comenzó a decir pero sin llegar a terminar la frase.

Se levantó del asiento y no era capaz de mantenerse en pié sin sujetarse, en aquel momento sentí una ira irracional que casi me daban ganas de coger un cuchillo de aquella cocina y degollarle por lo que pretendía hacerme, ¡Sí que había echado narcóticos en la limonada! , ¡Dios mío! Tenía el pulso acelerado, las manos me temblaban. No podía creerme que pretendiera hacer aquello conmigo y si no hubiera escuchado esa conversación, si no hubiera tenido la fortuita suerte de salir en ese momento por ese pasillo y escuchar aquellas voces ahora... ahora... ¡Mejor ni pensarlo!

—¿Qué has echado a la bebida? —exclamé.

—Yo... yo... —seguía balbuceando—. No lo sé —terminó por decir.

—Bien... pues lo vas a terminar confesando —dije autoritaria y le cogí de un brazo—. Vas a venir conmigo ahora mismo —tercié.

—Si —afirmó sin poner ninguna restricción al respecto.

¿Qué clase de droga habría echado en la bebida?, ¿Sería esa tan famosa en la que uno pierde el sentido de su voluntad y hacía todo lo que le pedían?

Llevé a Dietrich hasta la habitación de Bohdan y rezaba porque nadie se apareciera en el camino y porque esa noche mi príncipe llegara más pronto de lo habitual o me iba a dar un parraque ante semejante panorama.

—¿Por qué me has intentado drogar Dietrich? —pregunté en cuanto le solté sobre uno de los sillones que había en la habitación de Bohdan.

—Tenía que hacer que él te viera conmigo en la cama —dijo algo ido, como si estuviera medio adormilado.

—¿Por qué? —exigí—. ¿Qué es eso que Anabelle sabe y temes que se lo cuente a la reina? —pregunté adelantándome a lo que ya sabía.

—Yo hice que...

En ese momento la puerta se abrió y di un pequeño grito del susto.

«Esta noche me da un infarto... te lo digo yo»

—¿Qué está pasando aquí? —exclamó Bohdan atónito—. ¿Qué hace él aquí? —añadió autoritario.

—Pasa que tu primo ha intentado drogarme y que le ha salido el tiro por la culata —gemí cruzando los brazos y mirándole fijamente mientras veía como se le abría la boca ante lo que le acababa de decir.

«Y te lo dije» susurré en mi interior.

En el próximo capítulo sabremos cuál es el secreto de Dietrich y si es tan grave o no para hacer lo que ha hecho...

(me da que va a correr sangre hahahaha)

(me da que va a correr sangre hahahaha)

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De Plebeya a Princesa Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt