-Así es- le dije mirándolo-  Mari Sr hizo cargo de la esposa, las hijas y en gran parte del esposo, pero aunque yo solo torture a su hijo mayor, te puedo decir que ese chico habría deseado que Mari lo hiciera- Mari hizo puja diminuta sonrisa, sabia que eso no era de todo cierto, a menos de que tuviera una verdadera razón me metería en el papel del ejecutor.
Sentí el golpeen mi mejilla, vi a mi padre que aun se encontraba con una ira palpable.

-TE MANDE PARA QUE HICIERAS LA MAYOR PARTE DEL TRABAJÓ- grito-MARI YA TIENE SUS HABILIDADES PULIDAS, PERO TU, TU AÚN ERES UN MALDITO NIÑO QUE NO PUEDE HACER LAS COSAS BIEN- Mi padre estaba exaltado, aunque sentía que debía de decir algo, realmente no lo sentía tan necesario, me levante y cuándo cruce con el pasillo vi a mi madre con unos platos de ponlo que podía oler de Katsudon, pase de lado, mi hambre desapareció, me sentía bastante molesto, me acomodo mis tenis y fui a la puerta.

-¿A donde vas Yuuri?- dijo mi madre .

-Voy a correr, no te preocupes volveré después- dije saliendo, corrí por el pequeño pueblo hasta llegar al bosque, mi puño se impacto con un árbol, odiaba esto, odiaba mi vida, odiaba los regaños, lo hacia lo mejor que podía y que así nunca estaba satisfecho ni orgulloso. Me sentía impotente, mi naturaleza era tan débil que tampoco podía debatir con él,  mi otra mando se volvió a impactar contra aquel árbol, realmente me sentía frustrado y molesto.
Descargue toda mi irá en aquel árbol, mire mis manos que ahora estaban otra vez llenas de sangre, la diferencia es que ahora no era la de un inocente, no era de alguien que intento cambiar algo y por molestar a quien no debió pago las consecuencias, no esta no lo era. Era mía, de aquel que fue su verdugo, sonrei, que ironía, mis lagrimas descendieron de mi mejilla, realmente era miserable, no valía la pena, hasta hace unos años daba todo porque el mundo conociera mi nombre, Eros, que estúpido fui, deje mi nombre en una de mis victimas, mi padre me golpeo por mi estupidez, Mari tuvo que ir a quemar y deshacerse de todo, recuerdo que todos se habían enfadado, incluso Minako me regaño por mi tontería, "los puros no necesitaban ser conocidos, solo necesitamos ser temidos" me había dicho mi madre.
Mire el cielo, se veía tan oscuro, tan hermoso, solté un superó, tenia que regresar a casa para curarme, sentía el ardor en mis nudillos, metí las manos en mi chaqueta y empecé a caminar rumbo a casa. Parece que Dios me odia, había empezado a llover a mares, saque mis manos de la bolsa y meje que la lluvia empezara a limpiarías, deje que me empapada, al menos me hacia sentir un poco aliviado, hasta que deje de sentir el agua recorrer todo mi cuerpo y me encontré con un hombre que me miraba preocupado.

-¿Te encuentras bien?- era un hombre mas alto que yo, su cabello castaño le cubría sus orejas, llevaba un traje negro mate y sostenía un paraguas sobre mi.

-Estoy bien- dije alejando su paraguas de mi, pase junto a el, pero cuando jaleo mi mano y observo mi herida, hizo un cara de tristeza y preocupación pura.

-¿Tienes algún problema?- dio aun mirando mi mano- ¿puedo ayudarte?- dijo mirándome a los ojos. Sonrei, siempre supe que había personas así, que intentaban ayudar a todo el mundo. Sentía mi molestia volver, sabia que mis ojos no tenían brillo en este momento, por la cara que había puesto era... "Lo mejor" como siempre decía Mari. Me acerque a el y lo mire lo mas fríamente posible.

-No hay nada que puedas hacer- le dije intentando caminar otra vez, aunque pensé que le había causado el suficiente temor para alejarse, el sentir su mano calándome de nuevo, me hizo darme cuenta que debía mejorar eso.

-Déjame curarte eso- lo mire mal.

-¿Porque?-

-Porque se puede infectar,  además como un adulto responsable debo curarte eso, porque tu eres un menor- no le respondí, realmente ni siquiera valía la pena. Nos dirigimos a su casa, estaba realmente cerca, me limpio mis heridas y las vendo.
Realmente aquel sujeto debía de sentir solo, ya que habían pasado varios minutos y el me seguía contando de su vida, cada vez que daba indicio de querer irme, hacia una cara de tristeza que me hacia quedarme.

Solo tal vez (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora