—Si, eso ya lo sé —confirmó—, de pequeño he jugado más de una vez a esto con mis primos.

—Bien... ahora vienen los "pequeños detalles" —dije en un tono un poco agudo y con cierta sensualidad.

—¿Pequeños detalles? —sonrió de forma pícara.

—Si... son pequeños... minúsculos diría yo —contesté sin mirarle porque si lo hacía mandaba el parchís a tomar por saco y me tiraba literalmente sobre ese cuerpo de adonis creado para el pecado.

—Tu dirás —contestó incitándome a revelarle cuales eran.

—En cada ocasión que un jugador coma una ficha a su oponente, también deberá "comer" en una parte del cuerpo de dicho oponente donde éste elija siempre y cuando no esté cubierto con una prenda —en ese momento saqué el bote de nata montada y la nutella de debajo de la cama y Bohdan me miró con ojos abiertos de sorpresa—. Además, por cada ficha que salga de la salida al sacar un cinco, a cambio se penalizará con una prenda.

—Pero hay cuatro fichas —alegó Bohdan.

—Y llevamos tres prendas —contesté para que fuera evidente de que íbamos a terminar desnudos básicamente.

—Está bien —escuché en un tono de voz ronco—. ¿Algo más? —preguntó mirándome fijamente.

—Si —afirmé.

—En el juego tradicional, cuando un jugador consigue llegar a la meta avanza diez casillas con cualquier otra ficha y en este caso, además, besará durante diez segundos una zona erógena en el cuerpo de su oponente que éste elija. ¿Te parece bien?

—Muy bien —afirmó en un tono de voz ronca—. ¿Quién empieza?

—Tú... te daré esa ventaja —sonreí y le observé lanzar el dado hacia arriba para rebotar de nuevo en el tablero.

—¡Cinco! —grité después de varios intentos desafortunados y que Bohdan ya estuviera en calzoncillos... me deshice del sujetador sin quitarme la camisa y lo tiré sobre la cama.

—Eso no vale —dijo seriamente mirándome a los ojos.

—¿Por qué? —exclamé.

—Porque te has quitado una prenda, pero sigues estando cubierta por una prenda.

—Ah... se siente... —respondí alzando las manos.

—Tramposa.... Te vas a enterar —le oí decir con cierto aire de diversión mientras avanzaba con sus fichas.

A pesar de haber sacado más cincos, ni Bohdan se quitó los Boxer ni yo su camisa... y la tensión por comerse una ficha del otro era palpable.

—Seis... —susurró Bohdan cuando salió el número en el dado y sabía que se comería una de mis fichas—. Quiero la nata —añadió sonriente.

Me mordí el labio instintivamente y cogí el bote de nata par agitarlo, abrí un botón más de la camisa para que esta cayera sobre un hombro con mayor facilidad y tracé una línea desde el hombro hasta el cuello. Iba a terminar pringada, pero me daba absolutamente igual.

—Espero que tengas hambre —gemí en cuanto observé esa mirada de felino queriendo devorar a su presa, solo que no me sentía como un cervatillo precisamente, sino más bien... una presa que quería ser devorada fervientemente.

—Mucha —gimió antes de que sintiera como su lengua tocaba mi piel.

Sus labios se aferraban dando pequeños mordiscos provocando que tuviera que morderme el labio para no gemir. Sentía sus dientes clavándose sutilmente en mi cuello y cuando deseé que subiera hasta morder el lóbulo de mi oreja, cesó.

De Plebeya a Princesa Where stories live. Discover now