Me reí por los suspiros que emitió al decirlo. Ya me gustaría a mi "pescarlo" y lo que no era pescar precisamente...

—¿Entonces no os comentaron nada en el aeropuerto cuando me retuvieron? —pregunté para saber exactamente qué información tenían.

—Que va —contestó rápidamente—. Sonia preguntó en calidad de qué te estaban reteniendo y que ella era tu abogada, pero un rollo sobre que eras una posible testigo de un incidente y que en todo caso no estabas implicada en nada. Estuvimos esperando tres horas y finalmente nos fuimos cuando nos comunicaron que te llevaban a otro lugar y que lo mejor era que nos marcháramos a casa, que tendríamos noticias tuyas pronto.

—Vaya... —no sabía exactamente qué decir.

—Sonia estuvo haciendo llamadas bastante preocupada y te estuvimos llamando hasta altas horas de la madrugada. Las chicas y yo habíamos pensado en ir a comisaría al día siguiente pero nos explotó la noticia en la cara cuando apareciste en todos los periódicos, prensa, radio, televisión... casi me atraganto con la tostada esa mañana cuando escuché tu nombre seguido de "futura princesa de Liechtenstein"

Me imaginé la cara de Mónica en ese momento, bueno... la de Mónica y la del resto de mis amigas pero seguro que la única que soltó una parrafada fue ella.

—Solo me dio tiempo de llamar a mis padres para advertirles ¡Yo qué iba a saber que había fotos nuestras de la noche anterior que se iban a filtrar! —exclamé sin mencionar "yo que puñetas sabía que era un príncipe con castillo y todo".

—Hija... pues podías haber soltao algo por esa boquita que tienes para no habernos dado semejante susto...

—Monica, ¿Me prometes que si te cuento una cosa no saldrá de nosotras? —pregunté siendo consciente que nosotras incluía a las chicas.

—Pues claro, ¿Qué pasa?

—Le conocí esa noche —solté—. Y no tenía ni idea de que era un príncipe hasta que me detuvieron en el aeropuerto porque me había casado con él.

—Su puta madre... —la oí gemir.

—Esa me odia... —contesté tirándome sobre la cama porque necesitaba desahogarme con alguien.

—¿Quien te odia? —preguntó tratando de reaccionar.

—Si, la reina me odia con todas sus fuerzas, pero es una amargada que parece que lleva el palo de la escoba metido por el culo todo el día.

—Pues que le den —gimió—. Es decir, que lo de la supuesta boda en las vegas sí es real, no es un paripé como afirmasteis porque ya estabais comprometidos —preguntó volviendo al kit de la cuestión.

—Yo no recuerdo nada de esa noche, pero el documento de la boda existe. Mis recuerdos se pierden en la discoteca donde estaba con él y a la mañana siguiente que aparecí en su habitación de hotel.

—¡Joder!, ¡Jodeeeerrrrr! —exclamó—. ¡Lo tuyo es potra! —gritó—. De entre todos los tíos con los que podías haber coincidido esa noche, ¡Te toca un príncipe!

—Ya... potra —gemí—. Esto es peor que vivir en el infierno... con tantas normas, tanto estiramiento de cuello que te da tortícolis y tanto puñetero protocolo.

—Tu te quejas de vicio niña. A saber que suculentos manjares te estarás zampando.

—Uy si —ironicé pensando en la porquería comida que había estado comiendo esos días, aunque desde luego el primer día fue el peor de todos, tal vez porque el beso ardiente de Bohdan y la Nutella de por la mañana me hicieron cambiar la perspectiva—. Se me hace tarde para ir a la cena ya que debo cambiarme, te llamaré mañana si es que no me vuelven a quitar el maldito teléfono, ¡Dios! Cómo echaba de menos hablar en español...

—Pues menos mal que sabes hablar el idioma, al final el idiota alemán si que sirvió para algo —mencionó Mónica—. Le diré a las chicas que hablé contigo y que mañana las llamas o le envías un mensaje.

—¡Gracias Mónica!, eres la mejor.

—Lo sé... así que ya puedes invitarme a ver ese castillo que por tu culpa he envejecido dos años y ahora tengo más canas que antes.

Me reí ante lo absurdo solo para conseguir la excusa de que la invitara.

—Veré lo que puedo hacer, aunque nada me gustaría más que teneros aquí. Son tan raros... y tan correctos...

—¿El guaperas también? —preguntó sabiendo perfectamente a quién se refería.

—No sabría definirlo exactamente, ni siquiera le he encontrado un defecto aún.

—¿Qué tú no le has encontrado defectos? —exclamó—. Creo que esos aires de por ahí te han sentado mal o algo —añadió.

Es cierto que yo siempre le sacaba pegas a todos los tíos... y para mi desgracia aún no había encontrado ninguna para el príncipe, eso era raro en mi.

—No es que haya hablado mucho con él la verdad —me excusé. Prefería no decir que cada vez que lo veía mis bragas se mojaban, mi cerebro colapsaba y mis neuronas se freían.

—Ya... —asintió, pero sin asentir.

—¡Uyyyyyy que tarde es! —grité fingiendo porque ese ya, significaba enfrentarse a un interrogatorio exhaustivo de "Doña Mónica".

—Mañana no te libras guapa —respondió sabiendo perfectamente que la estaba evitando.

Mierda, me ha pillao... y sabía que acabaría soltando con pelos y señales todo lo referente al príncipe.

 y sabía que acabaría soltando con pelos y señales todo lo referente al príncipe

Oops! Ang larawang ito ay hindi sumusunod sa aming mga alituntunin sa nilalaman. Upang magpatuloy sa pag-publish, subukan itong alisin o mag-upload ng bago.

Oops! Ang larawang ito ay hindi sumusunod sa aming mga alituntunin sa nilalaman. Upang magpatuloy sa pag-publish, subukan itong alisin o mag-upload ng bago.
De Plebeya a Princesa Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon