58. Tristeza

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Aclaración importante: Este libro (y por lo tanto esta trilogía) fue publicado a finales de 2016, mucho antes de que se publicara la sinopsis de "Los Crímenes de Grindelwald", así que esta historia tendrá variaciones con respecto a todo lo que ocurra en esa película.

Disclaimer: Fantastic Beasts and Where to Find Them pertenece a sus respectivos dueños. Sólo escribo por placer y sin fines de lucro

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CRÓNICAS DE UN MAGIZOÓLOGO

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╔╝ENERO DE 1925╔╝

╔╝58╔╝

╔╝TRISTEZA╔╝

Una muerte que podría haberse evitado es un motivo suficiente para lamentarse. Lo que había ocurrido en el desierto de Sudán había afectado a Newt de una manera tan tortuosa como intangible y sus pensamientos se encontraban divididos en dos. A pesar de que su costado racional seguía diciéndole que no había sido su culpa, que no podía haber sabido que lo encontrarían, que no podía haberla salvado, aunque lo hubiera intentado, su parte sentimental se negaba a creer en todas aquellas cosas tan ciertas. No podía evitarlo, todavía se encontraba a sí mismo viéndose las temblorosas manos sin poder dejar de pensar que era culpable de un terrible crimen. Amina estaba muerta y eso era un hecho innegable, era algo que no podía cambiar. No había podido llevarla a un lugar seguro, no había podido ayudarla a sanar. La niña murió consumida por el Obscurus y él no había podido hacer nada. Saber que lo había intentado y que había fallado de todas formas, le llenaba el corazón de impotencia y enojo, pero pasado cualquier intento de calmarse, siempre terminaba sumido en una profunda tristeza. Había perdido las ganas de todo. No deseaba proseguir con su libro, ni escribir cartas a sus familiares, ni pensar. Lo peor de todo era cuando se ponía pensar. Porque si pensaba demasiado, la culpa y la tristeza lo consumían.

Tal como Dumbledore le había ordenado, Newt se marchó del desierto de Sudán y apareció en Somalia, en donde se subió al primer barco con destino a Inglaterra que encontró. El guarda que revisó su valija le preguntó si estaba bien, pues había notado que Newt tenía los ojos enrojecidos del llanto y varios moretones en las partes visibles de su rostro. Newt, que no estaba de humor para elaboradas mentiras o fingir amabilidades, le bufó que lo dejara tranquilo y el guarda le devolvió sus documentos con una cara de pocos amigos.

Durante el resto de su viaje de regreso, el magizoólogo estuvo encerrado en su camarote y se la pasaba acostado casi todo el día. Las únicas cosas que hacían que se levantara eran su responsabilidad de cuidar y alimentar a las criaturas que llevaba en su maleta e ir al baño. Apenas probaba bocado, bebía mucho café y sus ojos siempre se sentían pesados, como si estuviera constantemente intentado mirar a través de un vidrio empañado. El viaje bien podría haber durado dos días o dos años, pero él no hubiera notado la diferencia. El tiempo parecía una masa continua, ya que cada día era una copia exacta del anterior.

Crónicas de un Magizoólogo - Libro I (Trilogía Orígenes)Where stories live. Discover now