19. El Hospital de San Mungo

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Aclaración importante: Este libro (y por lo tanto esta trilogía) fue publicado a finales de 2016, mucho antes de que se publicara la sinopsis de "Los Crímenes de Grindelwald", así que esta historia tendrá variaciones con respecto a todo lo que ocurra en esa película.

Disclaimer: Fantastic Beasts and Where to Find Them pertenece a sus respectivos dueños. Sólo escribo por placer y sin fines de lucro

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CRÓNICAS DE UN MAGIZOÓLOGO

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╔╝NOVIEMBRE DE 1917╔╝

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╔╝EL HOSPITAL DE SAN MUNGO╔╝

Una vez que la euforia de haber controlado a un enorme dragón quedó olvidada, Newt se dio cuenta de cuánto le dolían los músculos de las piernas y de los brazos. Él era un muchacho bastante delgado pero para nada atlético. A pesar de ser hábil con la varita, sus habilidades físicas no eran del todo las mejores. No estaba acostumbrado a grandes esfuerzos como los que había tenido que hacer mientras luchaban contra el dragón. Los sanadores del Hospital San Mungo de Heridas y Enfermedades Mágicas recibieron al grupo de aurores una vez que estos se fueron regresaron a Londres y los condujeron a la segunda planta del establecimiento, dónde se trataban las heridas producidas por criaturas mágicas. Los sanadores eran magos habilidosos en encantamientos curativos y expertos en arreglar los males del cuerpo. Vestían túnicas de color lila y revisaron a todos los que llegaron con gran atención.

Por fortuna, aquella riesgosa operación no había resultados en heridos de mucha gravedad, sólo algunas quemaduras leves, raspones de brazos y rodillas y más que nada cansancio. Uno de los aurores fue llevado a la cuarta planta, dónde se trataban las heridas relacionadas con los hechizos, ya que había sido accidentalmente aturdido por uno de sus compañeros de equipo. Fuera de eso, todos estaban bastante bien.

― Bien... creo que con esto estarás bien ― le dijo una sanadora de cabello rubio a Newt. Era una mujer menuda, de unos treinta años y de rostro severo. Esta le estaba aplicando un ungüento en la mejilla al joven Scamander y después le puso una venda encima ―. Esa quemadura sanará mejor si le aplicas esencia de díctamo cuando vuelvas a tu casa.

― Gracias, señorita... ―. El muchacho leyó el gafete que había prendido en la túnica de la mujer ―. Kingsley.

― De nada ― contestó la sanadora y sus ojos se desviaron hacia el costado, en dónde Theseus estaba acuclillado en el suelo, mirando por debajo de su camilla ― ¿Señor? ¿Qué está haciendo?

Crónicas de un Magizoólogo - Libro I (Trilogía Orígenes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora