CUARENTA Y UNO

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Zael.

Miré el reloj disimuladamente mientras que conducía, eran las dos de la mañana, demasiado temprano para volver a casa.

No quería que por culpa de la pelea, nuestra noche se arruinase, así que en vez de llevarla a su casa, salí de la ciudad para llevarla a un hotel.

—¿A dónde vamos?— me preguntó cuando miró por la ventanilla.
—¿Quieres irte ya a casa?— le pregunté algo triste, a lo mejor estaría cansada y no me había dado cuenta.

Negó con la cabeza mientras sonreía.

—Pero, ¿por qué hemos salido de la ciudad?— me preguntó curiosa.
—Pensé que...— tragué saliva— estaría bien que estuviésemos a solas— no sé por qué siempre me ponía rojo con ella, me era inevitable.

Ella no contestó, sólo alzó una ceja.

Tardamos poco en llegar al Hotel, mi yo interior no dejaba de decirme que quería estar con ella, besarla, abrazarla, vamos, quería hacerla de todo. Sólo de pensarlo me ponía caliente y algo vergonzoso.

Sin decir nada, ella salió del coche y yo fui tras ella. Se la veía que tenía ganas de llegar, pues esperó con impaciencia que en recepción me diesen las dichosas llaves y una vez en las manos, con paso ligero nos dirigimos al ascensor.

Amy.

No sé si era mi borrachera o de nuevo esas mariposas en el vientre que aparecían siempre que estaba con él, pero lo necesitaba, lo quería dentro de mí, cosa que hizo que no pudiese aguantarlo más.

Pareció ser que los dos estábamos de acuerdo con lo que queríamos en aquel momento y al unísono nos giramos para besarnos.

Tenía calor, quería que me quitase la ropa y sentir su piel, ahora mismo, lo quería todo con él.

Me enganché a él rodeando sus caderas con mis piernas, a lo que me sujetó el culo apretándolo con ganas mientras nuestras lenguas se acariciaban y nuestras respiraciones se agitaban.

El ascensor al fin llegó a la dichosa planta y sin soltarme, visualizó, mientras que le besaba el cuello, lo que sería nuestra habitación.

Al fin, después de mil intentos fallidos de meter la llave en la cerradura, dio con el agujero y empujó la puerta cerrándola después.

Me solté de él, pero él en ningún momento quiso soltarme, por lo que seguía agarrándome del culo mientras poco a poco íbamos quitándonos la ropa por el pasillo hasta llegar a la cama.

—Joder— gemí cuando noté su lengua en mi entrepierna.

No sé cómo lo conseguía, pero aquello me volvía loca.

Quería sentirlo más y agarré su cabeza apretándolo más contra mí entrepierna. Cuando estuve a punto fue cuando paró y sonrió al verme la cara de decepción, pero yo no iba a ser menos, haría lo mismo.

Me levanté de mi posición y lo tumbé para que me fuese más fácil el acceso a su erección y me dispuse a actuar.

Cada vez que mi lengua rozaba su miembro, le oía suspirar y cuando le masajeaba de arriba a abajo soltaba algún que otro gemido.

Cuando vi que estaba a punto, paré al igual que él.

—Serás mala— me dijo al verme sonreír.

Le saqué la lengua y este me atacó poniéndose encima de mi mientras me daba besos por todas partes.
Abrí más mis piernas enganchándome en su cintura para tener aquel contacto deseado y él, sin más, la introdujo entera dentro de mí.

—Dios— apreté los ojos con fuerza.

Se movió lentamente para que mi interior se acostumbrase a su gran erección, aquello palpitaba dentro de mí, cosa que hacía que me pusiera enferma de placer al notarlo de aquella manera, por lo que apreté más mis piernas contra su cadera, dejándole sin salida, para que me lo diese todo de una vez.

Fue bestial, cada embestida que daba hacía que me quedase sin aliento queriendo más de él, que no acabase esto nunca.

—Amy— gimió mi nombre.
—No pares— le pedí en un susurro.

Coloqué una de mis manos entre nosotros para darme más placer y comencé a tocarme el clítoris.

Sabía que él estaba a punto, pero yo no quería que parase.

—Más— le pedí casi suplicando— más — volví a repetir.

Me miró sorprendido, y yo sólo pude morderme el labio mientras me tocaba.

Ya estaba a punto, ya casi, joder... Apreté los ojos con fuerza.

—Amy, no puedo aguantarlo más— me dijo entre dientes mientras cerraba los ojos con fuerza.

Se corrió junto a mí, una mezcla de sensaciones abarcaron por todo mi cuerpo, pero, esto no fue suficiente para mí, quería más.

—Otra vez— le pedí mientras le besaba el cuello.
—¿En serio?— sonrió agotado.

Asentí.

—Vas a acabar conmigo Amy— me besó con deseo.

Uy, uy, uy

Todo muy.... Erótico(? Jajaja

Veremos a ver que pasará después.... Jejeje

A través de la ventana [RESUBIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora