VEINTISIETE

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Comí con cierta incomodidad, porque cada vez que me daba por mirar algo que no fuese mi tazón de cereales, Arlong y Zuro clavaban su mirada en mí.

Os lo juro, cada vez que lo hacían me daban hasta pinchazos en la cabeza.

Aun así, no pude evitar recordar lo que pasó anoche, todo fue de improvisto, sólo cumplía con las necesidades que tenía en aquel momento, pero, ¿por qué con la persona que entró por mi ventana? no lo entendía.

—Amy comienzas a asustarme— dijo Zuro.

Me llevé la cuchara a la boca y la dejé ahí para mirarle.

—Desde que has bajado no has parado de sonreír— explicó Arlong que tenía ligeramente el ceño fruncido.

Ah, sí, un dato sobre mí, siempre que me pasaba algo bueno no paraba de sonreír, aunque intentara esconderlo sonreía como una tonta. Me salía solo, me era inevitable.

—Ah... ¿sí?— dije con la boca llena fingiendo desinterés.

Los dos siguieron mirándome fijamente.

— Mejor feliz que triste, ¿no? — dije lo primero que me vino por la mente

Se miraron entre ellos y gracias a eso, dejaron de clavarme la mirada de una vez.

Suspiré algo aliviada, la verdad es que estaba feliz por lo de ayer, pero pensándolo fríamente, ¿cómo podré mirarle a la cara cuando le vea?, no quiero que se piense que soy una guarra o algo por el estilo.

Estaba realmente confundida y de lo más seguro es que la sonrisa se me había esfumado, porque al alzar la vista, vi que los dos clavaron sus miradas de nuevo en mí.

—¿Ahora qué pasa?— los miré nerviosa, ya me estaban quitando hasta las ganas de desayunar.
—Nada, nada— dijo Zuro y volvió a lo suyo, sin embargo Arlong siguió mirándome de reojo.

Rodeé los ojos.

Hoy debía presentarme ya en el trabajo, me encontraba ya bastante mejor que estos días atrás y la verdad es que tenía muchas ganas de ir a trabajar, estaba de ánimo, así por lo menos dejaría de pensar en lo ocurrido para no comerme más la cabeza.

¡Ah!, espera, se me olvidaba, Ferlu trabajaba allí.

Otra vez noté en mí sus miradas.

—¿Podéis dejar ya de mirarme?— les dije molesta— vais a provocar que os tire el tazón de cereales a la cabeza— lo cogí y me levanté para llevármelo a la cocina y meterlo en el lavaplatos.
—Amy, ¿estás con la regla?— preguntó Zuro algo confuso.
—¿Qué?— dije al salir de la cocina— ¡no!, ¿por qué? — me quedé estática.
—Has cambiado de estado de ánimo como tres veces— dijo Arlong.

Zuro asintió dándole la razón y yo suspiré.

—¿Tan malo es?— pregunté. Me estaban haciendo dudar.
—No— dijo Arlong restándole importancia mientras se encogía de hombros.

Zuro no dijo nada más y al fin pude irme tranquila al baño a darme una ducha.

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—¡Buenos días!— dije al entrar por la puerta trasera del Meid Caffe.
—¡Amy!— gritó Nami mi nombre mientras me daba un fuerte abrazo .
—¿Ya estás aquí?— preguntó Marla confusa.
—¿Te encuentras mejor para poder trabajar?— preguntó Vilma preocupada.

Asentí a las preguntas con una de mis mejores sonrisas y las chicas sonrieron.

—¡Hoy es tu día de suerte! — celebró Nami— hoy es el día un nuevo evento— sonrió.
—¿De qué me tengo que disfrazar?— le pregunté mientras dejaba mis cosas en mi taquilla.
—De chica conejo — dijo Nami mientras me tendía el cosplay entre mis manos— vamos a representar a las protagonistas de...— y cuando comenzó a explicarme en qué se basaba el anime y a qué personaje representaría, automáticamente mi mente hizo que su voz no se escuchase, pero aun así asentía con una sonrisa a cada cosa que me decía.
—¿Seguro que me estás escuchando?— pude oírla decir.
—Si— le contesté mientras le quitaba la bolsa de plástico que cubría al cosplay.

—Te acabo de preguntar que si te gusta Marla y me has dicho que si— abrió los ojos como platos.
—Bueno, puede que no te estuviera escuchando...— confesé.

Ella sonrió mientras negaba con la cabeza.

—Eres de lo que no hay— suspiró— te esperamos fuera— dijo mientras se iba de ahí, asentí con la cabeza cuando comencé a ponerme las medias de rejilla; tras esto un body negro de palabra de honor ajustado al cuerpo, unos zapatos negros y una diadema con orejas de conejo. Cada vez que me ponía alguna de esas prendas, notaba cómo mi cara ardía por la vergüenza de pensar que tendría que salir así vestida para atender a los clientes o incluso pensar que Ferlu me iba a ver vestida de esta manera.

Al terminar me dio por mirarme en el único espejo que había en toda la habitación y no pude evitar no ponerme más roja de lo que estaba, es más, cuando me giré un poco, vi que tenía un pompón blanco por encima del culo, lo que supuse que sería la cola de un conejo, lo que hizo que mis ganas de salir ahí fuera fuesen nulas.

—La mato— pensé en voz alta.

Yo dije antes que tenía ganas de ir a trabajar ¿no?, pues, cada vez que daba un paso hacia delante, se me quitaban todas las ganas de trabajar.

Oí que me chiflaron justamente cuando pasé por la cocina. Esto ya era el colmo.

—No te puedes hacer a la idea de lo sexy que estás con eso puesto—oí su voz y al instante hizo que se me erizase la piel y me pusiera tensa.

<<Tierra trágame, agujero negro absórbeme, piano cae del cielo y húndeme en el suelo..., pero por favor, que algo me haga desaparecer>>

Opté por ignorarlo, pero, a parte de él, algún que otro cliente también me lo dijo, cosa que intentaba evitar en lo que llevaba del día trabajando, es más, rezaba para que los tres chicos que siempre querían una foto conmigo no viniesen hoy, porque me iba a negar rotundamente en hacerme una foto así vestida.

Serví a una mesa y le di el pedido a Ferlu, me giré al oír la campanita de la puerta para recibir a los nuevos clientes, pero me quedé estática al ver de quienes se trataban.

<<Oh, oh...>>


Chaaaaan, chaaaan, chaaaaan....

¿Quiénes serán?


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A través de la ventana [RESUBIENDO]Onde histórias criam vida. Descubra agora