TREINTA Y OCHO

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Zael.

Me moví un poco de la cama, cuando noté que me caía de ella pegándome un gran golpe en la cabeza con la dichosa mesita de noche, lo que hizo que abriese los ojos de golpe.

—Me cago en sus...— apreté los dientes y me llevé la mano a la cabeza masajeándomela para calmar el dolor.
—¡Zael!— me llamó Nami.

No le contesté, no he tenido un buen despertar como para hablar de forma amable.

Me abrió la puerta de golpe para después mirarme.

—Veo que ya te has despertado— sonrió un poco, aunque a mi no me hacía ni pizca de gracia, carraspeó un poco para calmar la risa— he quedado con las chicas— miré el reloj, eran las ocho de la tarde, me levanté del suelo con desgana— te dejo solito en casa, ¿vale?— sonrió, suspiré.
—Nami, que no soy un crío— rodeé los ojos.
—Me es igual— colocó sus brazos en jarra— sigues siendo un mocoso— esta vez me sacó la lengua.

Yo pienso que la mocosa es ella aunque tenga treinta años y parezca una adolescente de diecinueve.

—Bueno, ya sabes— esta vez se puso seria— llámame si pasa algo.
—Que si, pesada— le hice un gesto con la mano para que se fuera y finalmente desapareció, pero como era de esperar, comenzó a llamar a la puerta de la casa.

Suspiré sonoramente y me dirigí hacia la puerta.

—¿Qué te has olvidado?— pregunté alzando ambas cejas.
—Las llaves— se rió, entró y se dirigió hacia el sitio dónde estaba las llaves, volvió a la puerta.
—¿Amy también ha quedado con vosotras?— le pregunté.
—Está castigada— se le notaba triste— llamé a su casa y lo cogió su hermano, me dijo que no saldría de casa hasta que no le diese explicaciones y parecía bastante enfadado— se quedó pensativa.

Entrecerré los ojos.

—Bueno, me marcho, que llego tarde— me dio un beso en la mejilla y desapareció.

Cerré la puerta.

¿Por qué eran todos tan sobreprotectores y duros con ella? Si yo fuese ella, no me pensaría tanto lo de escaparme de casa.
Recordé entonces que esta noche la vería y que al fin quedaríamos sin problemas. Sonreí, sólo unas horas más y la recogería.

Amy.

—Amy— llamó mi hermano a la puerta.
—Vete a tomar porculo Zuro— dije molesta.
—Amy, con ese comportamiento no se pueden solucionar las cosas— alzó un poco la voz.
—¿Vamos a hablar sobre el comportamiento?— me reí irónicamente— tu me superas en eso, Zuro— cerré el libro poniendo el marca páginas, pues daba por hecho que no me dejaría tranquila.
—Amy, no seas así, joder— se le notaba harto por la situación, pero yo lo estaba aún más.
—Que te den Zuro— dije sin miramiento ninguno.
—Amy, no seas cabezona— me regañó.

No contesté, él tampoco hizo nada al respecto.

Se hizo un silencio, algo agradable, pero no tanto como pensaba. De repente, escuché un golpe en mi puerta bastante brusco que hizo que me sobresaltase y vi claramente que la puerta tenía un agujero de dónde salía el puño de Zuro con algún que otro aruñazo y quitó el pestillo para después entrar mostrándome su mirada fría e inquietante.

Me quedé con la boca abierta.

—Amy, vamos a hablar— me dijo al fijar su vista en mí.
—¿Después de impedirme salir con mi amigo y romperme la puerta?— le miré incrédula— ni de coña— me crucé de brazos.
—Amy, no hagas las cosas más difíciles— rodeó los ojos.
—¿Qué yo las hago difíciles?— abrí los ojos pasmada— no es mi culpa que tu seas un gilipollas— miré hacia la ventana.
—Amy— me agarró del brazo— me vas a decir ahora mismo quien es ese tío y de qué lo conoces— me dijo seriamente.
—Arréglame la puerta— me aparté de su agarre.
—¡Amy, no me jodas!— estaba cabreado.

Me encogí de hombros y le señalé la puerta con los ojos.

—Te lo has buscado tú sólo— miré la hora, las once de la noche— ahora si me disculpas quiero dormir— me acomodé sobre la cama y me tapé hasta la cabeza.

Oí que suspiró y sus pasos saliendo de mi habitación cerrándome la puerta.

Había quedado con Zael, pero, ahora con un agujero en la puerta, no sabía cómo escoger la ropa y maquillarme ya que se notaría a la perfección que tendría la luz de mi habitación encendida.

Esperé poco más de media hora hasta que oí de fondo los ronquidos de Zuro, por lo que di por hecho que era una oportunidad perfecta para comenzar a arreglarme.

Cogí el móvil y puse la linterna, me acerqué al armario y comencé a elegir la ropa que llevaría puesta, como no sabía a dónde íbamos a ir, me puse algo casual.

Una blusa blanca con unos pantalones largos, negros, altos y mis converse blancas con una chaqueta de cuero negra y mi bufanda roja. Me pinte los labios rojos, un poco de rimel, nada de eyeliner (porque me quedaba mal) y pelo suelto.
Ya estaba lista y me giré para abrir la ventana, coloqué unos cojines a lo largo debajo de las sábanas para simular que estaba allí dormirda y esperé con ansias a que llegase Zael.

Estaba realmente nerviosa, ¿cómo iba a bajar por la ventana? Iba a hacer el ridículo, seguro.

¿Creéis que Amy saldrá viva de esta?

No sé yo, pero me huele a que va a ver un espectáculo y alguna que otra sorpresa en el próximo capítulo, yo que vosotros preparaba las palomitas mientras tanto xD

Nos leemos!!

ATT: Mali 💜

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