#México

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Este no es nuevo capítulo como lo estarán creyendo.

De antemano pido disculpas por estas dos semanas en ausencia, les debo dos capítulos en los cuales estoy trabajando, lo sé. Sin embargo, mi asunto es otro.

No sé si ustedes lo sepan o no, pero yo soy mexicana, exactamente en el centro del país, Ciudad de México. Si han visto las noticias sabrán los sucesos que están ocurriendo.

El día 19 de septiembre de 1985 sucedió un acontecimiento espantoso, el mayor temblor presenciado en mi país con una magnitud de 8.1 grados. Ahora bien, la semana ante pasada, ocurrió el segundo movimiento sísmico más fuerte en la historia de México con 8.2 grados, escala Richter.

El día de hoy, diecinueve de septiembre a las 13:10 hrs ocurrió un nuevo sismo con 7.1 grados. Edificios se derrumbaron, puentes se desmoronaron, escuelas, hospitales, casas..., las calles están colapsando debido al tránsito. La gente quiere salir de sus trabajos para volver a los hogares a verificar que su familia está bien.

Las lineas telefónicas están muertas, gran parte de la ciudad no tiene energía eléctrica..., hay gente muriendo, hay gente atrapada en los escombros, hay gente afectadas por derrumbes...

Con sinceridad, mi estado es anímico.

Imagina que estas en el tránsito, todo normal como todos tus días y derrepente suenan las alarmas. Todos pensamos que era una falsa alarma porque ya se habían presentado sucesos así, sin embargo, a los pocos segundos la tierra tiembla, en esos pocos segundos todo colapsa. Gente llorando, gente desesperándose, gente sin saber qué hacer.

Un minuto fue suficiente para que toda la ciudad se convirtiera en un caos.

Observas que la gente se desmorona en cuestión de segundos, todos y cada uno de los individuos en la calle llevan su teléfono celular en la oreja, con una llamada en espera para verificar que sus familiares.

Bip, Bip, Bip. Es lo único que recibimos como respuesta.

Piensas que el problema es tu teléfono móvil e intentas registrar la red pero te das cuenta que el sistema está muerto.

Sales a las calles y están infestadas de gente. No hay paso a los sistemas de transporte, no hay cómo volver a casa.

Intentas por todos los medios volver a tu hogar, caminando, pidiendo taxis privados, pero no se puede.

Te la pasas horas en el tránsito porque no queda de otra y, cuando llegas a casa el aire que tenias acumulado sale de tus pulmones.

Es el momento más feliz de tu vida porque descubriste que tienes suerte, descubriste que tu casa sigue bien y más que nada, descubriste que tu familia está completa y están sanos.

Juro que en toda mi vida me había sentido de esta forma. Todo esto ha sido algo que me pasó en cuestión de horas, tan si quiera yo tuve un buen final.

Algunas personas siguen atrapados en el tránsito, algunos siguen en su trabajo porque no les permitieron regresar a casa para confirmar que su familia está bien, algunos aún no pueden volver a sus hogares, algunos otros están en hospitales buscando a sus familiares perdidos..., algunos están bajo los escombros a la espera de ser encontrados.

Ahora por fin estoy en mi casa, cómoda y rodeada de mi familia.

Me encuentro escuchando el radio. Anuncian todos los desastres en la ciudad; derrumbes, colapso, tránsito, separación de familias, muertos, heridos... No saben lo impotente que mi siento al escuchar cómo anuncian a la gente, anuncian a los heridos, a las personas encontradas bajo cimientos.

Quiero ayudar, de verdad. Pero el estado de mi ciudad me lo impide.

Las clases se han cancelado y no me alegra en absoluto.

Escribo esto al borde del llanto y no por estar triste, estoy al borde del llanto por la impotencia que me da ver a mi gente sufriendo. Yo pude ser alguna de esas personas bajo algún muro de concreto pero tuve suerte.

Ya saben qué es lo que está pasando aquí en mi país. Quiero disculparme por no atenderlos, lectores míos, pero no puedo poner al cien mi atención en estos momentos a la escritura.

A pesar de ello, me tomo la libertad de ser egoísta y pedirles un gran favor. Si son de algún otro país y ven un centro de acopio para damnificados de México, apoyenos. Sea una botella de agua o solo una lata de atún, pero vayan a dejarlo al centro de apoyo.

Y no sólo por la Ciudad de México, también para mis hermanos de Puebla, mis hermanos de Oaxaca.

Si ustedes creen que el centro de mi país está mal, Oaxaca, Puebla, Estado de México y Morelos están muchísimo peor.

Mis hermanos oaxaqueños no tienen donde dormir, no tienen qué comer, no tienen con qué sostenerse.

Publico esto porque expreso toda esa impotencia que tengo al no poder hacer mucho por todas aquellas personas que están sufriendo; aquellas personas que están pegadas al radio con la esperanza de no escuchar el nombre de algún familiar suyo en la lista de heridos.

No sólo lo hagan por México, también por todo aquel país que lo necesite. Hoy por nosotros, mañana por ustedes.

Aprendiz de los doce magos | [Harry Potter Fanfiction]Where stories live. Discover now