El castigo

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El castigo


—Dime, ¿es amiga de Nikole? —insistió de nuevo Aaron Nott. Una semana de preguntas y todavía no lograba enterarse del famosísimo cotilleo.

Sintió un escalofrío cuando su mejor amigo soltó una breve carcajada. Índice de malas noticias.

—Es la mismísima Nikole..., no te lo habíamos dicho porque te aprecio un poco. Espero no te importe que salga con tu mujer.

Había que ser idiota para no notar la furia de sus palabras. No lo culpen, todos llevaban esa semana molestando a cada rato, en especial sus amigos. Nadie en Hogwarts sabía quién era la chica de la capa de piel.

Y Cameron no iba a decirlo. Por lo menos en voz alta.

—Ya, no te voy a joder, ¿de acuerdo?

—Gracias por captar el mensaje por fin, Nott.

—Pero me lo dirás pronto, ¿cierto? —persistió haciéndole frente y bloqueando su camino.

El azabache gruñó y esquivó al castaño de una zancadilla. —Si no le conté a Gryness, que es un metido de primera, ¿qué te hace pensar que a ti si te lo diré?

—¡Porque soy tu mejor amigo! ¿Hay razón más suficiente?

—En primera esa no es una razón. —Aceleró el paso tratando de dejar a su amigo atrás, pero eso no sucedió. Aaron lo seguía muy de cerca—. Segunda, cállate de una buena vez. Y tercera, me largo a mi castigo.

—Seguro a ella también la castigaron...

—Lo hicieron, pero lejos de mí. Ahora déjame en paz.

Giró hacia la izquierda, zanjando el tema y se apresuró a los sótanos del castillo. Poco le importó si alguien decidía seguirlo con el mismo plan de su amigo. McGonagall les había impartido diferentes castigos en el día: él ayudaba con la lavandería y ella mantenía al Poltesgeist fuera de la sala de trofeos mientras los limpiaba. Por el contrario, en las noches, cada dos días ambos debían reunirse con el guardabosques, Rubeus Hagrid y ayudarle con sus deberes hasta pasada media noche.

—Buenas tardes, amo Withmore —chilló uno de los elfos domésticos al verlo entrar.

El lugar era maloliente, húmedo y oscuro, pero desde que el azabache bajaba con ellos, las criaturas se esmeraban por limpiar para su comodidad.

—¿Qué haremos el día de hoy, Dwit?

Los elfos a su alrededor le hicieron espacio al caminar, lo miraban asombrados y ansiosos a cumplir sus órdenes.

—La señora directora dijo que el amo Withmore debía hacer la lavandería de los Gryffindor. Pero el amo Withmore puede descansar mientras Dwit lo hace. Dwit estaría encantado de servirle al amo Withmore...

—Ya, ya —interrumpió el azabache mientras se quitaba el jersey y doblaba las mangas de su camisa hasta el codo.

Algo tenía que hacer para no aburrirse. Y aunque les dejaba el trabajo pesado a los elfos, insistía en ayudar un poco. Nunca sabía si McGonagall llegara a supervisar de sorpresa.

Por ello, caminó hasta el inmenso bloque de concreto y con un toque de varita, sacó los canastos que contenía. Había uno por cada recamara. Otro movimiento de varita y cada una de las prendas vaciaban sus bolsillos y los objetos se depositaban en un contenedor, luego los elfos se encargaban de devolver los objetos perdidos.

—¡Amo, Withmore, amo Withmore! —chilló uno de ellos sacándolo de su tarea.

El azabache bufó, desesperándose por no chirriar los dientes. La personalidad tan servicial de esas criaturas lo ponía de mal humor.

Aprendiz de los doce magos | [Harry Potter Fanfiction]Where stories live. Discover now