XII. Explícito

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XII. Explícito

|Antes de leer: el título de este capítulo no está ahí solo para adornar, es una advertencia porque si eres sensible a temas violentos, lenguaje inapropiado o contenido sexual, no sé qué haces acá si desde la descripción de la historia la he catalogado con contenido adulto. Lee bajo tu completa responsabilidad|

Caminó a prisa con un terrible cosquilleo en las palmas de sus manos. Su mente permanecía nublada ante aquella fascinación que había experimentado con su magia. Y es que Lena tenía la urgencia de volver y hacer lo suyo, de volver y dejar desatar aquella furia que se encapsulaba todos los días como si temiera que alguien la descubriera.

Sentía que su varita vibraba con insistencia desde dentro de su túnica. Le susurraba y cantaba cual sirena tratando de que Lena dejase de resistirse a sus instintos.

Tócame. Úsame. Deléitate.

Y estaba tan jodidamente confundida sobre lo bueno y lo malo qué hacer. Sigue su camino y a cada paso que da, la gracia de su porte resultaba intimidante de sentir pero adictivo de ver. Llegó así hasta la gárgola que custodiaba la vieja oficina de la directora McGonagall y exige también hablar con ella.

Todo ello sin perder la gracia. Porque portarse maleducada y ansiosa no haría más que cerrarle puertas y oportunidades... estaba comenzando a adaptarse a las situaciones a su conveniencia.

Minutos después, comenzó la gárgola a subir dejando a la vista unas escaleras de caracol. Y Lena las subió y entró a la habitación sin más, parecía que la gárgola ya había anunciado su llegada; aunque también ella se sentía muy en confianza en aquella oficina.

Después de todo, ahí había pasado un par de meses junto a Albus Dumbledore.

—Buenas noches, Elizabet Sheathes... ¿A qué debo tu visita?

Y aquellas palabras cordiales la irritaron. Había algo en la profesora que nunca le había agradado del todo, algo que la incomodaba.

—Quiero hablar acerca del tipo de seguridad que hay en este colegio, directora.

En ese momento la directora volteó hacia Lena y se obligó a rebobinar las palabras en su memoria. Le parecía incrédulo lo que ordenaba aquella niña con sus dieciséis años, le parecía aún más escéptico el hecho de que su determinación fuese aún más grande que su inmensa bocaza.

—¿Algún problema en específico? —retó la anciana directora mirando por encima de sus gafas de media Luna.

La chica, Sheathes hasta la médula, mordió su labio para retener un insolente bufido. Sabía que no simpatizaba mucho con la vieja directora, por lo que pretendía ser muy amable con ella.

—Hoy cuando salí a correr un idiota atacó a Aleksander Storm y luego a mí.

Ya. Lo había dicho. Así sin lubricante ni nada.

—¿Cómo ha ocurrido eso? —inquirió Minerva McGonagall ahora prestando su atención total.

—Eso es lo mismo que me estoy preguntando yo, Minerva McGonagall. —Miró por sobre su hombro—. Se supone que el famosísimo colegio Hogwarts de Magia y Hechicería es el lugar más seguro... ¿Entonces cómo mier... cómo ha sido posible que ellos estuvieran en el bosque prohibido?

La anciana se quitó las gafas y masajeó el puente de su nariz con calma. Implorando mucha paciencia.

—¿Y cómo fue que los atacó?

—Hicieron un hechizo para arrastrar a Aleks dentro del bosque y no me quedó de otra más que seguirlo. Lanzaron maleficios, hubo intercambio de palabras y luego... No pude con la presión y yo exploté.

Aprendiz de los doce magos | [Harry Potter Fanfiction]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora