Sobre el noble arte de odiar a la familia

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Sobre el noble arte de odiar a la familia

Lena agradeció que nuevamente alguien los interrumpiera aunque a James no parecía hacerle gracia. Raydan McDougal con una absurda excusa arrastró al azabache rumbo a la Torre de Gryffindor, dejándole a la pelirroja el camino libre para lo que tenía planeado.

Bajó los escalones de la entrada principal y a pesar de no tener a nadie a su alrededor, carraspeó para eliminar el nudo en su garganta. La calidez en su pecho al recordar el abrazo de James era lo único que la tranquilizaba. Aunque su cabeza estaba hecha un caos y eso que ni siquiera era medio día. Llevaba contando las horas desde que le dieron la fatídica noticia de la desaparición de su madre. Exactamente diecisiete.

Anduvo por el sendero solitario, divisando a lo lejos uno de los equipos de Quidditch. Pensó en lo fácil que sería para ella ser como cualquier otro estudiante. Sin nada de problemas, ni locas queriendo matarla, nada de profecías y con sus padres tal vez no juntos, pero sí a salvo.

Mathias Sheathes y Edward Lupin se tensaron conforme la pelirroja se acercaba a ellos. No era secreto que tenían estrictamente prohibido ayudarla a salir del castillo. Russell, Elías y Gustave estaban haciendo todo lo posible por encontrar a Liese y Julian.

Pero no por ello Lena se quedaría sin hacer nada. Ja. Demasiado utópico como para imaginarlo.

Cuando la Gryffindor estuvo lo suficientemente cerca, ofreció la sonrisa más falsa en el mundo. Ni sus mejores dotes como actriz podían ocultar el vacío por la desaparición de su familia.

—Magdalena —saludó a primera instancia Teddy.

La miró de arriba abajo, por si identificaba algún artefacto mágico que la ayudase a evadirlos. Muy a su pesar, sabía que ella haría lo que fuera con tal de encontrar a su familia. Y no la culpaba. Él haría exactamente lo mismo.

—Lupin. —Miró a su primo, que se encontraba de brazos cruzados y la miraba con una ceja alzada—. Math.

— ¿Estás más tranquila?

—No estaré tranquila hasta tener a mamá y a Julian a salvo. Gracias por preguntar. —Se acomodó un mechón de cabello tras la oreja, analizando sus opciones—. ¿Tienes noticias?

No hizo falta especificar. Solo había una razón a esa pregunta.

—Lena no...

—No quieras ocultarme cosas, Mathias. —interrumpió la pelirroja colocando los ojos en blanco. Todo mundo se empeñaba por tratarla como si en cualquier momento se fuese a romper—. ¿Por qué nadie confía en mí? Prometo que puedo lidiar con esto, joder. ¿De verdad creen que van a encontrarlos manteniéndome al margen como si no importara? Son mi madre y mi hermano. Tengo derecho a saber todo lo que suceda.

Lupin abrió la boca pero dejó las palabras en el aire al recibir una advertencia silenciosa por parte de Mathias.

—No hay ninguna novedad y lo lamento mucho, Lenita. —Hizo el ademan de acercarse a abrazarla pero se detuvo al notar que ella retrocedía—. Por favor, no hagas esto.

—Entonces no me mientas, Mathias.

—Al igual que tú, quiero que Liese y Julian estén a salvo, ¿por qué mentiría, Lena?

—Porque no me miras a los ojos.

Mathias apretó los labios y bufó apartándose de ella para serenar su mente. Toda esa situación lo tenía algo ansioso. Estaban hablando de una muggle y un niño, dos seres que no podrían defenderse ante el peligro que significaban los otros.

Aprendiz de los doce magos | [Harry Potter Fanfiction]Where stories live. Discover now