XXIX. De la ladrona y Gailan Coppola

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XXIX. ¿Qué es peor, la ladrona de Gryffindor o Gailan Coppola?

La cuestión de planear las cosas era que no siempre salían tan bien como se esperaba. 

El destino era una herramienta fuera del alcance de los humanos. Por ello, Lena nunca podría haberse preparado para lo que pasaría esa tarde.

El primer presagio funesto a la catástrofe fue encontrar el collar de su madre y su brazalete rotos. Era algo que podía arreglar fácilmente, pero considerando que Aaron Nott la esperaba en las mazmorras, tuvo que repararlos mientras bajaba por las escaleras. 

Porque luego de su última incursión al bosque prohibido y de aquella carta que Withmore le habia mostrado, la pelirroja se empeñó en tratar de destruir a quien sea que la estaba cazando. Estaba harta de que cada tanto la tuviesen acorralada. Por eso debía conocer a su enemigo. Y empezaría conociendo a quiénes seguían siendo fieles a las artes oscuras, nadie mejor que Aaron podría pasarle esos datos.

Cuando se colocó su joyería y dio vuelta a la izquierda, llegando al corredor de pociones, divisó al castaño recargado en la pared. 

—Llegas tarde, Sheathes —Fue lo único que dijo antes de tomar su mano y entregarle un pergamino hecho bola.

Todo en un suave movimiento que quedó desapercibido bajo el beso que Nott le dio en los nudillos.

—Problemas en el paraíso, Nott.

Y sin más, dio media vuelta, tratando de dirigirse al gran comedor. Porque en otras noticias, al día siguiente haría su plan para recuperar la capa de James Potter, así que descuidarse de manera desmedida no sería lo correcto.

A un paso para entrar al Gran Comedor a tomar algo, el collar de Lena con la llave de su baúl comenzó a quemarle en el cuello. Le siguió el brazalete que abría el cajón en su mesa de noche y después su varita se congeló.

Había protegido sus cosas para prevenir que tomaran algo preciado. Seguía consejos de los viejos. Por ello, que quisieran abrir todas sus pertenencias al mismo tiempo le inquietó,  y retrocedió mientras corría por los corredores del castillo.

Subió escleras y atravesó pasillos lo más rápido que sus piernas daban, implorando el encontrarse con James Potter o alguno de sus amigos. El plan de embozcar al ladron se habían ido a la mierda.

Bramó la contraseña de la Sala común desde que iba por el pie de las escaleras, ganándose una reprimenda del retrato de la dama gorda. Pero poco le importaba. Ese era el momento perfecto para emboscar a quien sea que esculcaba cosas ajenas en el castillo.

Su varita, brazalete y  el collar seguían emitiendo la alarma, lo cual le preocupó. Cuando por fin llegó a la puerta de su habitación, sacó la varita, preparándose para atacar.

—¡Petrificus totalus! —conjuró una femenina voz al escuchar el rechinido de las brisagras cuando Lena abrió la puerta.

Pero había visto eso venir, y con la soltura que la caracterizaba, la pelirroja blandió su varita en un movimiento tosco, apareciendo un campo de magia que absorbió el hechizo.

—¡Desmaius! —volvió a conjurar la ladrona. Porque ahí, en medio de sus cosas, una chica rubia y cabello corto se encontraba.

Lena pensó en un Impedimenta y fue su turno de atacar. Mas su hechizo rebotó sin que la ladrona emitiera una sola palabra. Ni siquiera se notaba que ella misma tuviera noción de la barrera que la protegía.

—¡Dámelo! —espetó aproximándose a la pelirroja.

La Gryffindor cerró la puerta y se interpuso en su camino para bloquearle la salida. Sin embargo, cuando la rubia se aproximó a ella una desagradable sensación le recorrió por el cuerpo, era como si esa barrera absorbiera algo de ella. 

Aprendiz de los doce magos | [Harry Potter Fanfiction]Where stories live. Discover now