Gime bajo. 

—Christian —susurra. Levanto la mirada viendo como sus ojos están cerrados y sus labios entreabiertos.

Cierro los ojos y me obligo a controlarme para poder llevarla a conocer la playa. 

—Si te hago mía no me detendré por horas y realmente quiero que conozcas el lugar. —Exhala ruidosamente. 

Posa sus ojos en mí dejando ver sus pupilas dilatadas. 

—Es lo que ansío. —Sonrío, antes de besar cada uno de sus pechos, y bajar a su vientre. 

—Buenos días, mis pequeños. —Beso su vientre y pego mi oído en el mismo para escuchar el repicar de sus corazones. —Esto es tan sorprendente. ¿Cómo puede haber dos pequeños ahí? —Sonríe negando con la cabeza. —¿Les molestará que te haga el amor? —Frunce el ceño.

—Para nada. La doctora dijo que era provechoso mantenerme activa sexualmente. Eso crea un vínculo, les damos a conocer que ambos estamos con ellos. Es como una conexión. —Subo besando nuevamente sus labios.

—¿No se mueven? —Niega sonriendo abiertamente.

—Aún no, pero asumo que es cuestión de tiempo. He leído que se empiezan a mover entre los tres meses y medio a cinco. —Hago un puchero.

—Falta mucho. —Acaricia mi mejilla.

—Tendrás mucho tiempo para sentirlos. El mismo tiempo que necesitamos para escoger sus nombres. —Me incorporo para luego ayudarla a ella.

—Realmente esos nombres me parecen espantosos. —Me coloco un bañador y camiseta.

—Debo aceptar que en eso estoy de acuerdo. He usado tu computadora en busca de nuevos nombres y hay tres que me llaman la atención. —La miro.

—¿Cuáles?

—Todavía no sabemos si es un embarazo gemelar o mellizos. —Posa sus ojos en mí una vez toma su vestido de baño.

Frunzo el ceño.

—¿Piensas ponerte solo eso? —Curva la comisura de sus labios.

—No suelo atraer miradas como tú, Grey... —La interrumpo.

—Y una mierda, Anastasia. Debí haber estipulado otro tipo de bañador —le gruño.

Se acerca a mi sonriendo.

—Estarás junto a mí en todo momento. —Se inclina y besa mi mejilla. Sonríe coqueta. —Además, tienes la brillante tarea de colocarme el bronceador. —Se gira permitiendo que mis manos aten la parte trasera de su traje de baño.

La repaso lascivamente, para luego llevar mis manos a sus nalgas las cuales acaricio suavemente. Acerco mis caderas a las mismas haciéndole notar lo que su cuerpo y palabras han causado en mi entrepierna. La pego a mi cuerpo llevando mis manos a sus pechos, los cuales acaricio por encima de la tela mientras mis labios dejan pequeños besos en su cuello.

—Eres mía, Anastasia. Recuérdalo. —Muerdo su piel suavemente ganando un gemido que hace palpitar con más fuerza mi miembro.

—Tuya —susurra completamente absorta en las sensaciones que mis caricias le proporcionan.

—Termina de alistarte. Te espero abajo para desayunar. —Salgo de la habitación sin mirar atrás.

Un segundo más junto a ella y no saldremos nunca. Anastasia tiene la facilidad de encenderme con su simple presencia. Mi deseo por ella no tiene hora o control y verdaderamente no quiero librar una batalla más profunda con el mismo. Estamos aquí para disfrutar unos días conociendo un pequeño país que posee una playa impresionante y eso es lo que haré.

Hermosa Ante Mis OjosWhere stories live. Discover now