38. La señorita Thenard

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Al tiempo, el magizoólogo visitó Perú e investigó las ruinas del Machu Picchu, en dónde encontró varios ejemplares de los Diricawls, unas bonitas aves que el mundo muggle había llamado dodos, pero que tenían la capacidad para esfumarse en el aire, como si usaran el encantamiento de aparición a voluntad propia. También extrajo de la zona montañosa un curioso polvo que al refinarse, volvía oscura la habitación en dónde uno lo arrojaba. Newt pensó que eso podía serle útil en algún momento.

Mientras continuaba con su viaje por los demás países de Sudamérica como lo hizo en Ecuador y Colombia, a menudo se quedaba en hostales muggle, en dónde la gente era muy amable. Sólo cuando se quedaba en un lugar estable y no en una tienda en medio de un bosque o algún otro ambiente, se sentaba tranquilo para leer y contestar su correspondencia. Una tarde, estaba tomándose un té con tostadas en una cafetería en Bolivia mientras leía una carta de Tánica, quien lo mantenía al tanto de la situación en Europa. Últimamente, las cosas no estaban para nada bien.

"Querido Newt:

Me encantaría visitar esos lugares que has visto ¡Suena todo tan lindo! Ojalá puedas encontrarte con más cosas interesantes en tu camino. Creo que es fantástico que hayas encontrado varios Diricawls. Serías un amor de cuñado si me enviaras un puñado de sus plumas para vender en mi tienda. El negocio aquí va bien, vendo bastante cuando es agosto y vienen los niños de Hogwarts a comprar al Callejón Diagon. Me hace recordar a otros tiempos en dónde las cosas eran más simples.

Por cierto, sé que tú estás ocupado con tu investigación, pero aquí todo está raro. Theseus ha estado muy ocupado en el Ministerio. Lo envían a misiones todo el tiempo y siempre me deja preocupada. Algo está ocurriendo. La gente desaparece y los carteles de magos tenebrosos que están siendo buscados parecen multiplicarse a cada día. Es como si hubiera una especie de guerra silenciosa.

No me lo has dicho, pero sé que tú también estás metido en eso. Lo sé desde que te enviaron esa carta pidiéndote que participes en una reunión especial en el Ministerio. No quiero que me cuentes nada, podrías ponernos en peligro a mí y a ti. Lo único que puedo hacer es pedirte que tengas cuidado.

Lo siento si el final de esta carta es desalentador pero es el mundo en el que vivimos. Sólo hay que sostener la cabeza en alto y seguir adelante.

Ojalá vengas pronto a Inglaterra, extraño hablar contigo.

Besos.

Tánica Scamander"

Ella tenía razón, el final de la carta era desalentador. Con un pequeño gusto amargo en la boca, le contestó. Como hacía siempre que contestaba las cartas de su cuñada, le aseguró que tendría cuidado y que todo estaría bien. Le pidió que se cuidara y que cuidara de Theseus. Si este estaba tan ocupado en el Ministerio, entonces debía de haber muchos problemas. Su hermano mayor no era un auror cualquiera, era uno de los mejores y siempre andaba detrás de los peores criminales.

Para finales de ese año, en diciembre, Newt se encontraba en el sur de Argentina, investigando las posibles criaturas que pudieran vivir en ese clima tan helado. A pesar de ser verano en esa época del año, aun así hacía bastante frío. Estaba en un pueblo en Ushuaia, en la provincia Tierra del Fuego y las bajas temperaturas le hacían tener que estar muy abrigado todo el día a menos que tuviera alguna fuente de calor cerca. Escuchando un poco en cada lugar que había visitado, había oído noticias de que algunos cazadores usarían las zonas cercanas al mar en esa provincia para tratar de pasar algunas criaturas mágicas de contrabando de vuelta hacia África. Había notificado de ese posible suceso a Velleum, quien se movía constantemente por las redes de contrabando y esperaba averiguar algo.

Crónicas de un Magizoólogo - Libro I (Trilogía Orígenes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora