—Sabes que no puedo. Contigo afuera alguien tiene que llevar el control de la empresa.

¡Mierda!

—Yo me hago cargo. Ahora te quiero solucionando esa mierda en Sudán. —Cuelga claramente enojada por mi actitud.

Si hay alguien culpable en esa pérdida de millones de dólares, soy yo. Desde un principio debí tener un control sobre ellos, pero Anastasia ocupaba por completo mis pensamientos.

Está claro que el amor influye en los negocios. Los conflictos emocionales te absorben por completo llevando tu mente a ellos y olvidando gran parte de tu diario vivir y la importancia que implica.

—¿Problemas? —pregunta mi hermano.

Asiento frustrado.

—Se perdió el envío a Sudán. Ross se encargará, por lo tanto debo volver a Seattle. —Hace un gesto con sus labios.

—Pues no creo que se pueda. Hay problemas en los documentos de compra venta de los terrenos. —Niego exasperado.

—¿No se supone que los documentos notariados y los registros contaban con aprobación? Tenemos el jodido permiso de construcción y hemos tomado las malditas medidas de seguridad. —Retrocede ampliamente, seguramente al ver que mi temperamento va en aumento.

—Al parecer los terrenos presentaban fallas desde el inicio, llegando a un acuerdo que ahora que se concretó y finalizo con lo pactado, no les es de su agrado. —Paso la mano por mi cabello.

Elliot decide encargarse de todo obligándome a volver al hotel a descansar. La cabeza me quiere estallar. Mi cuerpo se siente pesado, sin saber el motivo.

Soy recibido inmediatamente por mi nena al entrar. La envuelvo entre mis brazos sintiendo como un escalofrío recorre mi cuerpo.

—Creí que llegarías tarde. —Posa su mano en mi mejilla y frunce el ceño. —Tienes fiebre —musita preocupada.

—Sólo estoy agotado, pequeña. —Niega vehemente.

—No te creas invencible, Christian. Debes ir a un médico, tener fiebre es síntoma de que algo no va bien en tu cuerpo. —Me inclino para dejar un beso en sus labios.

—Tomaré una ducha y se pasará. —Me adentro a la habitación retirando mi ropa y tomo una ducha que al inicio me causa escalofrío, pero una vez me adapto a la temperatura del agua fría, permanezco recibiendo el mismo directamente en la cabeza.

Seco mi cuerpo y coloco un pantalón de dormir con franela. Recargo mi cuerpo en la cama por unos segundos. Siento unas manos en mi mejilla que dejan una lenta caricia que me relaja por completo...


[ ... ]


—No lo sé. Asumo que viajaremos pronto. —Abro los ojos lentamente viendo a mi nena al teléfono mientras mi hermano también lo hace.

—Me encargaré mañana a primera hora —dice Elliot—. Si, gracias por informarme. —Cuelga asumiendo que se trata de alguno de los socios.

—Elliot me ha informado que hay problemas en la empresa y su mano derecha viaja hoy a solucionarlos dejando la empresa a la intemperie. No sé qué hacer con el enfermo, Papá. —Su voz se quiebra.

Intento incorporarme, pero mi cabeza quiere estallar.

—Sigo pensando que Ray se puede encargar. Está disponible y conoce sobre el manejo y funcionamiento de GEH —comenta Kate.

Hermosa Ante Mis OjosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora