8. Más allá del deseo

Start from the beginning
                                    

Link estaba impactado, jamás se imaginó que su esposa escondía tan misteriosos secretos. Sin duda alguna esa era una de las cosas que más le llamaban la atención de ella.

- Lamento no haberte dicho que traje el arco y las flechas, pero preferí no hacerlo para evitar que me descubras, y ahora que sabes mi secreto, por favor, no se lo digas a nadie. Mi intención era que jamás te enteres, pero no podía quedarme con los brazos cruzados viendo como esos monstruos te hacían daño. – expresó con suma angustia.

El joven se quedó en silencio algunos segundos, hasta que asintió con una sonrisa.

- Está bien, Zelda, juro no mencionar a nadie sobre esto. Te agradezco mucho el que me hayas salvado... y el que me hayas confiado algo como esto. – dijo Link.

- No tienes nada que agradecer, solo hice lo que tenía que hacer. – respondió, sonriente.

- La cabaña está a unos pasos de aquí, vamos hacia allá.

Link y Zelda caminaron unos cuantos pasos hasta atravesar unos arbustos, y detrás de estos se encontraba la cabaña de la familia del príncipe. Esta era una gran casa construida con los más finos materiales, pero al mismo tiempo conservaba una decoración rústica y acogedora, sin perder la elegancia.

- ¡Es hermoso este lugar! – exclamó la princesa.

- Gracias, espero que te sientas cómoda aquí.

Una vez que entraron, acomodaron sus cosas y Link le mostró a Zelda todos los rincones de la cabaña, para finalmente llevarla a su habitación.

- Esta es la habitación matrimonial, es la que mis padres usaban cuando veníamos. Aquí dormirás durante los días que permanezcamos en esta región.

- No puedo aceptar esto, Link, esta cabaña es tuya y, por lo tanto, mereces el mejor lugar. – dijo, preocupada.

- ¡De ninguna manera! Tú eres una dama y mereces lo más cómodo. No te preocupes por mí, yo dormiré en mi habitación, la que siempre uso al venir aquí. Me retiro para que descanses, buenas noches. – dijo cálidamente.

- Gracias, buenas noches. – respondió ruborizada.

Una vez que Link se despidió, se dispuso a tomar una ducha, y mientras el agua caía por su cuerpo, recordó todo lo que ocurrió ese día. Los secretos de su ahora esposa lo tenían impresionado; desde el día en que la conoció sintió que Zelda le provocaba una enorme curiosidad, deseos de descubrir cada parte de su esencia y misterio que escondía. Definitivamente, le parecía una mujer muy interesante.

...

Zelda se levantó esa mañana con un buen semblante, pues la comodidad de la cama matrimonial la había reconfortado en sobremanera. Al salir del cuarto, pudo notar que su esposo no estaba por ninguna parte, así que se imaginó que aún seguía dormido. Lentamente, se acercó a su alcoba y pudo notar que la puerta estaba entre abierta, y una vez que se asomó se dio cuenta de que sus suposiciones eran acertadas.

Link dormía plácidamente en su cama, con el torso descubierto y sus cabellos más alborotados de lo normal. Zelda se sonrojó ante dicha escena, pues jamás en su vida había visto a un hombre semidesnudo y mucho menos se imaginó que detrás de los formales trajes del joven, se escondía tan bien formado cuerpo; y todo eso se complementaba con el semblante dulce y seductor que mostraba al dormir.

Zelda sintió que su cuerpo se llenaba de diversas emociones y sensaciones ante dicha escena, así que inmediatamente cerró la puerta del cuarto y caminó hasta la sala a sentarse en uno de los muebles para tratar de tranquilizarse. Luego de unos minutos, a pesar de que su corazón ya no estaba tan acelerado, aún se sentía inquieta, así que decidió que lo mejor era salir a caminar un poco y respirar aire fresco.

Almas unidasWhere stories live. Discover now