30. Situaciones inesperadas

678 49 16
                                    

Zant continuó en el suelo, revolcándose de la ira al haberse enterado de la huida de la Princesa del Crepúsculo. Estaba enojado, decepcionado y enfermo de rabia por saber que su enemiga se había llevado una parte importante de la reliquia más valiosa y deseada por él, la Sombra Fundida.

- ¡No puede ser! ¡Cómo pudo haberse escapado llevándose la parte de la Sombra Fundida! ¡Maldita habitante del averno! – gritó exaltado.

- ¡Cálmate, imbécil! Alterándote no resolverás nada. – reclamó Ganondorf.

- ¿Cómo dominaré el Crepúsculo sin la Sombra Fundida? Con ella yo era mucho más poderoso que ahora.

- Recuerda que soy tu dios y te he otorgado grandes poderes, además te daré la otra parte de la sombra fundida. El hecho de que no esté completa, no significa que no sea un instrumento valioso.

Esas palabras lograron tranquilizar al Tirano de las Sombras, a pesar de su alteración por la huida de Midna, sin embargo, Grahim ya se estaba cansando de tantas consideraciones de su amo para con él.

- Mi señor, con todo respeto, yo no estoy de acuerdo que...

- ¡Guarda silencio, Grahim, yo sé perfectamente lo que hago!

El hombre decidió callarse, no solo por respeto a su amo, sino también porque verlo enojado era una de las situaciones que prefería evitar.

Ganondorf se acercó hacia Zant para entregarle la Sombra Fundida.

- Una parte de esta poderosa reliquia será suficiente para que domines el Crepúsculo, sin embargo, no olvides que debes servirme, pues con tus criaturas de las sombras podrás ayudarme a aniquilar al mocoso del príncipe, y de esa manera obtener el fragmento del valor que él posee.

Zant seguía consternado, su ambición por tener el poder de los malévolos antepasados de Midna sobrepasaba todos sus límites, sin embargo, también tenía deseos de gobernar su tierra natal lo antes posible.

- Está bien, creo que me conformaré con una parte de la Sombra Fundida, por ahora... pero eso no quiere decir que me quedaré dormido en los laureles, pues buscaré a la estúpida de Midna por todos lados, y cuando eso ocurra, pretendo hacerla mi reina, así sea que tenga que obligarla. Desde siempre me gustó esa mujer y sus rechazos continuos de antaño me devastaron una y otra vez. Ha llegado la hora de reclamar lo que debió ser mío desde el inicio. – dijo con sonrisa malévola.

- Creo que eso no podrás hacer... – dijo Ganondorf.

- ¿Ah no? ¿Por qué? – preguntó extrañado.

Ganondorf iba a responder, pero Grahim se le adelantó a la respuesta, pues quería deleitarse con la trágica expresión del Tirano de las Sombras al enterarse sobre la vida de Midna.

- Porque está casada.

Zant se impactó en sobremanera al escuchar las palabras del villano, sintió que todos los órganos de su interior se retorcían de la furia e ira.

- ¡Qué! ¿Casada?

- Así es, y eso no es todo... junto a su amado esposito tiene un hermoso y dulce pequeño. ¿Qué tal? Una tierna y unida familia feliz. – dijo sarcástico.

Zant volvió a tener otro ataque de histeria. Solo de pensar que Midna ya pertenecía a otro hombre lo molestaba enormemente, de ninguna manera iba a dejar que la mujer por la que sentía enferma obsesión no sea para él.

- Lo primero que haré al llegar al Crepúsculo será asesinar a su familia. No habrá nada que me separe de ella.

- Me parece acertado, así que es mejor que te vayas de una vez. – dijo Ganondorf.

Almas unidasWhere stories live. Discover now