31. Reavivando emociones

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Link se sorprendió al descubrir el chico al que Telma se refería. Ni en lo más escondido de su mente se hubiera imaginado que se trababa de la misma persona.

- Él es...

- Shad, y desde que regresó al pueblo se ha convertido en mi "mejor cliente". Reconozco que me beneficia al negocio, pero al mismo tiempo me apena ver cómo siendo tan joven esté acabando con su vida bebiendo como lo hace. – contestó preocupada mientras limpiaba un vaso.

El príncipe observó como uno de los meseros se acercó a la mesa del muchacho a llevarle una botella de licor, y como este de manera desmedida se la terminaba de un solo trago, para luego pedir otra.

- ¿Si ves? Ya pidió otra botella, y así será hasta que tengamos que cerrar.

Las palabras de Telma resultaron ser ciertas, pues con el pasar del tiempo Shad bebió sin control alguno.

- Voy a ir a hablar con él. – dijo decidido.

- Te deseo suerte, ojalá no se porte grosero contigo.

Link se levantó de la barra para acercarse hasta donde se encontraba Shad. Estaba sorprendido de verlo descontrolado con el alcohol, ni siquiera él, en la época en la que se dedicó a beber por la separación con su esposa, lo había hecho de esa manera. Sin duda el pobre chico estaba cayendo en el más terrible de los vicios.

Una vez que llegó a la mesa, Link lo saludó lo más cordial que pudo.

- Hola... ¿podemos hablar?

El joven observó al príncipe con poco interés. Fue ahí que Link se dio cuenta de que este no tenía ninguna intención de conversar.

- En serio, necesito...

- ¿Disculpa? No sé quién seas o de dónde vengas, pero no tengo ánimos de escucharte y menos si eres un desconocido, lo siento. – respondió seco, mientras bebía.

El príncipe no se iba a dar por vencido, sea como sea, tenía que hacer que el joven lo ayude con la información que necesitaba, así que pensó que lo más sensato para ello era sincerarse.

- Bueno... no somos del todo desconocidos. – dijo Link.

- ¿Estás loco? Yo jamás te he...

Shad se quedó petrificado al notar como Link se quitaba el gorro de la cabeza. Fue ahí que descubrió de quién se trataba.

- ¡Pero si eres el prin...! – exclamó impactado.

- ¡Cállate, nadie debe saber quién soy yo! – exigió Link, mientras le tapaba la boca al borracho.

- ¿Qué haces aquí? Digo... ¿Qué hace usted aquí? – preguntó, luego que Link lo dejó hablar.

- Ahórrate las formalidades, en este momento sobran. Necesito hablar contigo de algo importante.

- ¿Hablar? – preguntó Shad.

- ¿Podemos ir a otro lado? La verdad este lugar no me parece prudente, lo que tengo que decirte es sumamente importante y nadie debe escucharlo. – dijo preocupado.

Por un momento Shad dudó en hacer lo que el joven le pedía, pero al mismo tiempo, ¿quién era él para negarle un favor al príncipe de Ordon y esposo de la que fue una de sus más grandes amigas? No podía hacerlo.

- Está bien, vamos a mi casa. – dijo, mientras bebía.

- Me parece bien, gracias. – manifestó aliviado.

Shad se levantó de la mesa llevándose consigo la botella que estaba bebiendo. Aquella acción preocupó a Link, pero prefirió no decirle nada, y más bien ayudarlo a caminar hasta su casa, pues el pobre muchacho a duras penas podía mantenerse en pie.

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