29. Las puertas del Crepúsculo

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Mientras las estrellas iluminaban a la recién llegada noche, Link apareció en la fuente de Farone junto con Navi. El joven estaba ansioso por saber cuál era la siguiente etapa que debía cumplir para fortalecer la espada, y de esa manera salvar a su amada esposa; así fuera que al final de todo tuvieran que separarse. Por el momento no quería entristecerse pensando en eso, la seguridad de ella estaba primero y solo con verla viva y segura le era suficiente.

- Te felicito por tu gran hazaña, joven héroe. La Espada Maestra recuperará sus poderes muy pronto, y de esa forma podrás vencer a Ganondorf.

- Fue muy difícil esta pelea, pero finalmente lo conseguí. Ahora quiero saber cuál es el próximo camino que debo tomar. – cuestionó ansioso.

- Debes dirigirte a buscar al espíritu de Eldin, él vigila dicha región. Con su ayuda sabrás lo que debes hacer para llegar a la siguiente llama.

- Tal y como me lo dijo el Espíritu de Latoan, pero la región de Eldin está un poco lejos de aquí; qué frustración. Cómo quisiera llegar más rápido. – indicó apenado.

- No te presiones, sé que estás preocupado por la princesa, pero quiero indicarte que ella ya no se encuentra en las garras de Ganondorf.

- ¿Qué ha dicho? ¿Cómo es posible? – preguntó sorprendido.

- No puedo darte detalles por ahora, pues no me corresponde, pero por el momento, confórmate con saber que ella se encuentra bien y en un lugar seguro. Al igual que tú, ella está cumpliendo con su misión encomendada.

- Es decir que ella ya sabe...

- Así es... ya con el pasar del tiempo descubrirás más cosas sobre ella.

Por una parte, esas palabras tranquilizaron al joven, pero por otra lo hicieron preocuparse. ¿Dónde se encontraba su esposa? ¿Con qué clase de personas estaría conviviendo? ¿Estaría ella buscándolo? ¿Seguiría enojada y resentida por su supuesta infidelidad? Definitivamente, esas dudas lo mortificaban, pues a pesar de todo lo ocurrido, la amaba y extrañaba sentirla entre sus brazos como antes.

- Veo que tu brazo está sangrando, al parecer con quien peleaste te causó esa profunda cortada.

- No es nada, ya se me curará. – respondió desanimado y con poco interés.

- No subestimes esa herida, pues el hierro oxidado que te cortó puede enfermarte gravemente. Sumérgete en las sagradas aguas de mi fuente, estas te curarán, limpiarán y regenerarán lo rasgado de tus ropajes.

- Está bien, muchas gracias.

- No hay nada que agradecer, recuerda llamar al Espíritu de Eldin tal y como lo hiciste conmigo. Que las Diosas te acompañen.

Luego de esas palabras, el Espíritu de Farone se retiró, dejando al príncipe más informado sobre su travesía.

- ¡Link, sumérgete en la fuente inmediatamente, me preocupa esa herida! – exigió Navi.

- Lo haré enseguida...

Link se sumergió en las curativas aguas de la fuente y rápidamente su herida empezó a cicatrizar, incluso sus rasgadas ropas comenzaron a limpiarse y a sellar las rasgaduras que tenían. Todo eso hacía que el joven se sienta mejor por fuera, pero por dentro estaba mal, y eso se veía reflejado en sus apenados ojos.

- ¿Qué te pasa, Link?

- Solo estoy cansado por la pelea. – contestó, tratando de no mostrarse desanimado.

- No es cierto, algo te pasa. No estés triste, la princesa está bien.

- Lo sé, pero... quiero verla, necesito verla.

Almas unidasWhere stories live. Discover now