36. Tratos cumplidos

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Luego de que Link terminó de bañarse, observó su reflejo a través del espejo y pudo notar que su cuerpo había cambiado.

El príncipe siempre se caracterizó por tener un buen estado físico, el mismo que formó durante el estricto entrenamiento que tuvo en sus años de crecimiento; pero ahora este había mejorado mucho, ya sea por los largos viajes en los que actualmente se encontraba o por las luchas que llevó contra de sus enemigos.

Aparte de lo observado, hubo otro motivo de su reflejo que le llamó la atención; su torso mostraba algunas cicatrices, unas más notorias que otras, pero sin duda alguna, las más profundas eran las que le habían provocado los monstruos con los que se había enfrentado en los últimos templos.

- Espero que cuando me reencuentre con Zelda estas imperfecciones no le desagraden. – se dijo apenado.

Prefirió dejar sus lamentos de lado. Antes de irse a dormir, Link buscó unas mantas para prepararle la cama a Midna.

- Link, ha pasado algo extraño. – comentó nerviosa.

- ¿Qué cosa, Midna?

- Tu espada empezó a brillar de la nada.

- ¿En serio? Deben ser ideas tuyas. – respondió tranquilo.

- ¡Hablo en serio! ¡Te juro que vi que brilló! – exclamó enojada.

Link suspiró con pesadez y se acercó hasta la espada para revisarla; no descubrió nada fuera de lo normal en ella, pero sí sintió algo diferente, como una extraña energía latiendo en su interior. Iba a comentarle eso a Midna, pero decidió no hacerlo por pensar que se trataba de una confusión producida del cansancio.

- Todo está normal, Midna.

- Entonces sí fue mi imaginación. – dijo confundida.

- Tu cama está lista, ya puedes venir a dormir. – indicó el joven, cortés.

La princesa se levantó de la cama del príncipe para ir a la suya. Desde allí observó como el joven se acostaba en su lecho y abrazaba el manto que su esposa le había regalado, mientras aspiraba su aroma; esa imagen causó en ella incontenibles burlas.

- ¡No puedo creer que te hayas encariñado con esa sábana! Pareces un mocoso de pecho que no puede dormir sin ella. – se bufó, burlona.

- ¡No es una sábana! Viene de Zelda y por eso me agrada. – respondió, sin dejar de lado su acción.

- ¿Agrada? El aroma de tu princesa causa reacciones en ti que van más allá de un simple "me agrada".

El joven se sonrojó al escuchar la afirmación de Midna, pues mejor que nadie conocía qué tipo de reacciones causaba el aroma de su amada en su cuerpo.

- No sé a qué te refieres. – contestó evasivo.

- ¿No lo sabes? Bueno... cuando aspiras ese dulce y embriagante aroma, a ti se te...

- ¡YA! ¡Es tarde y debemos dormir! – exclamó avergonzado.

- ¡Cálmate, niño! Es algo normal, a todos los hombres les pasa ese tipo de cosas cuando...

- ¡Ya no quiero hablar de eso! ¡Buenas noches!

- Ay, hombres...

Completamente avergonzado, el joven apagó la lámpara que se encontraba en la mesita junto a su cama, mientras que Midna tuvo que controlarse para no seguir riéndose su bochornosa situación.

...

A la llegada del amanecer Link se disponía a salir de la habitación para buscar a su amigo. Sus compañeras aún seguían dormidas, por lo que antes de retirarse les dejó comida para su desayuno, rogando en sus adentros que vuelvan a pelearse en su ausencia, pues ahí si no sabría qué explicación dar al investigador.

Almas unidasWhere stories live. Discover now