33. Amor que sana

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El sol del ocaso daba los últimos reflejos al manto de arena del desierto, posándose en la principal estructura que regía dicho lugar.

Ganondorf, Zant y Grahim se encontraban en la sala del trono, totalmente indignados, pues descubrieron que el Héroe Elegido por las Diosas había triunfado de nuevo.

- ¡Engendro del averno! ¡Aniquiló a mi dragón crepuscular! – se quejó el tirano, irascible.

- ¿Se da cuenta, amo? Le dije que este inútil no le serviría de nada. – dijo Grahim, en tono burlón.

- ¿¡Cómo osas a dirigirte a mí de esa manera!? ¡Desviado!

- ¿Desviado? ¡Eres un insolente! – respondió enojado.

Grahim apareció su espada listo para enfrentarse a Zant, mientras que este también preparó sus sables para defenderse, y cuando estuvieron lo suficientemente cerca para fulminarse, Ganondorf los detuvo con una esfera de energía oscura, tumbándolos en las paredes de la sala.

- ¡Basta, par de estúpidos! ¡Dejen de estar peleando como si fueran enemigos!

- Desde este momento este Twili es mi enemigo, señor. ¿¡Cómo se atreve a meterse conmigo!? – refutó Grahim.

- ¡Tú comenzaste!

- ¡Cállense! Necesito que me escuchen; sobre todo tú, Zant.

La rabia invadió al espíritu de la espada oscura, pues no le gustaba que su amo le esté pidiendo todo a Zant.

- Zant, ¿qué tanto logró dañar el dragón al héroe? – preguntó curioso.

- Lo mordió y envenenó, y eso debió aniquilarlo al instante... pero al parecer no fue así.

- Ya veo... es decir que, aunque no esté muerto, algo de la esencia del veneno ha quedado.

- Claro, de hecho, eso fue lo que ocurrió. La esencia maligna salió de su cuerpo por algún motivo inexplicable; pienso que tiene que ver con el fragmento de la Trifuerza que posee.

- Necesito que extraigas esa energía.

- ¿Para qué?

- Eso a ti no te importa, solo dámela. – exigió serio.

- Está bien. Obtenerla me tomará toda la noche, así que viajaré al Crepúsculo al amanecer.

...

Midna y Navi se encontraban revisando la carga de Epona, buscando ansiosamente la poción que podría salvar al príncipe.

- ¡Mira, princesa, esta es la poción! – enseñó el hada, impaciente.

- ¿Esta? ¡Por favor, esto no será efectivo contra lo que padece Link!

- ¡No perdemos nada con intentarlo!

- Lo siento, pero esto no...

De repente a la princesa del Crepúsculo llegó a invadirla una sensación extraña, pudo percibir que venía de la distancia, y se le hacía extrañamente familiar.

- El veneno... se está disipando. – mencionó sorprendida.

- ¿Qué has dicho? – preguntó Navi, ansiosa.

- Esa energía que erradicó el veneno es inconfundible, solo una persona es capaz de lograr aquello. – contestó con una sonrisa.

- Deja de decir tantas incoherencias y teletranspórtanos hacia la habitación de Link.

- Esperemos un poco.

- ¿Qué cosa?

- Creo que Link ya no corre ningún peligro...

Almas unidasWhere stories live. Discover now