II Star

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Tres años después:

Nuestro entrenamiento como reclutas novatos fue un éxito, o por lo menos para mí, nunca había sentido esa hermosa sensación que se siente mientras ocupas el equipo de maniobras 3D ¡Es lo mejor de la vida! te hace sentir libre y que nadie te puede vencer o es eso lo que yo siento, ya que he escuchado a personas decir cosas como "tengo miedo" o "no quiero morir" o hasta algunas le tienen pánico con tan ponerse el uniforme, bueno... me encanta ocupar el equipo «menos al momento de colocarme las correas», ese es el punto.

He logrado quedar entre los 10 mejores de mi generación, estoy sumamente feliz, me he integrado con facilidad a las personas de mi generación, es decir, no me llevo mal con nadie, a diferencia de Eren, quien con tan solo una semanas de ingresar se ha entrometido a varias peleas por inconformes, siendo socorrido de inmediato por Mikasa.

Un señor «que se hizo llamar Erwin Smith», nos dio un discurso totalmente perturbador haciendo que más de la mitad de los presentes se fueran con la cola entre las piernas. Muy pocos se quedaron en su puesto, y he de admitir que en su momento, también me encogí. Smith, el Comandante de la Legión de Reconocimiento, sonrió y nos felicitó por nuestra valentía y fuerza. Nos entregó el traje de la tropa y nos dividió, mis amigos quedaron junto conmigo, y nos tocó con Levi, una persona de baja estatura y con un monstruoso temperamento, aunque la verdad yo mido más o menos igual que él «diría que menos». El mismo señor que dio el discurso nos acompañó a una gran casa, donde viviríamos por mientras, juntos al escuadrón.

(...)

—Limpien, mocosos— Ordenó Levi mientras nos tiraba objetos de limpieza, la verdad es que no me inmuté ni un poco, no me desagrada limpiar, cuando era pequeña siempre lo hacía y me divertía muchísimo y más al ver el resultado de horas de esfuerzo. Oía las molestas quejas que decían otras personas que hacían su deber de mala gana, El capitan nos observaba atentamente mientras estaba sentado bebiendo de una taza, la postura que tomaba esta era absolutamente extraña. Cuando dejamos el lugar limpio o por lo menos yo lo hice, fuimos a comer, me senté al lado de Mikasa y al frente de Eren y Armin, mastiqué mi trozo de pan serenamente, pero solté un suspiro cuando vi a el chico cabeza de caballo acercándose a Eren, éste lo agarró del hombro, haciendo que el ojiverde se volteara... Ya empezarían a pelear, como no era nuevo y ya estaba acostumbrada seguí comiendo con normalidad.

—¡Te voy a matar!- gritó Jean desafiando a Eren, sus frentes chocaron con odio, tomé mi taza de té negro y bebí un sorbo, los dos estaban en frente mío y, sinceramente, me estaban sacando de mis casillas—¿Crees que no te vi ensuciando mi sector apropósito?— sigue chillando.

—¡Cállate, cara de caballo!- chilló de defensa mi amigo, si, con el tiempo nos hicimos más y más cercanos, igual con Mikasa y Armin, son buenas personas.

—¿Cara de caballo? ¡Deja de tontear, idiota!- Jean golpeó la mesa, haciendo que un poco de MI té se derramara en la mesa, por supuesto, él no se dio cuenta.

—Jean...-susurré, él me observó con la misma cara de imbécil de siempre, con mi puto té no se mete nadie ¿Acaso uno no puede descansar un poco? ¡No! ¿Sabes por qué? Porque siempre un estúpido vendrá a molestarte. Me fulminó por unos segundos y volteó hacia el ojiverde de nuevo.

— ¡¿Cómo que idiota?! Pedazo de mierda!- gritó Eren, el caballo golpeó aún más fuerte mi mesa, derramando aún más.

—¡¿Pueden callarse los dos?! ¡¿Acaso no hay día donde ustedes no peleen, bastardos?!¿Me van a dejar beber tranquila?— Me levanté de mi asiento de forma veloz, sobresaltando a los dos chicos. No me gusta llamar la atención en ningún caso, y me caracterizo por mantener la calma, pero ya estoy agotada que siempre se pongan histéricos por cualquier cosa.

—S-Sí- dijeron ambos y se callaron; Armin me pasó una servilleta y limpie satisfechamente la madera, sin darme cuenta que todo el comedor estaba en total silencio, solté un cansador suspiro y bebí un poco de té, feliz.

—Perdón, (T/N), no volverá a pasar—susurró Eren, mirando el pan y dándole un mordisco, yo ya me lo había comido.

—Eso espero, deberías regularte y no meterte en problemas siempre, escuché que te pueden echar de la legión— levanté mi vista y sonreí, levantándome de la silla nuevamente, pero esta vez con calma. Mañana empezaría el entrenamiento, por lo que quería dormir antes, no puedo ocultar que estoy muy emocionada, pero a la vez nerviosa. Siempre he deseado estar en un campo, en una Legión concreta, sirviendo a la humanidad del otro lado.

—Voy a arreglar mis cosas, nos vemos en la habitación, Mikasa- nos tocó en la misma pieza, fantástico ¿no?, por lo menos no me tocó una persona desconocida... eso sería de lo peor, después que mis compañeros cercanos se despidieran de mí, caminé por los pasillos, ya había dejado mis cosas en el lugar donde dormiría, así que ya sé dónde tengo que ir.

Abrí la puerta y la cerré detrás de mí, troté y me lancé feliz a mi cama, la habitación es totalmente blanca, baño propio y una ventana que deja ver un hermoso paisaje verde. Puse mi bolsa en una silla que se encontraba junto a un escritorio grande y me dispuse a ver la ropa que traía, aun me quedaba bastante dinero ¿Cómo no? si todo eso era el ahorro de mi familia. Al acordarme, moví rápidamente mi mano a mi pecho, suspiré cuando encontré el hermoso collar azul que me dio mi padre, moriría si se me pierde... es lo único que me queda de él... o eso es lo que creo. Guardé todas mis pertenencias en su lugar, dejando ver una pieza totalmente ordenada y limpia. Agarré mi pijama y me cambié.

Cansada me tumbé en mi cama, la puerta se abrió, dejando pasar a Mikasa, ella hizo lo mismo que yo, mientras que conversábamos cosas sin sentido, y luego nos quedamos dormidas

(...)

Abrí pesadamente los ojos, miré a mis alrededores y mi compañera de cuarto se encontraba contemplando con un rostro sereno lo que se encontrara detrás de esa mágica ventana que da al bosque.

—Buenos días— dije estirándome y entrando al baño para bañarme y cambiarme, obviamente lo hice rápido, no quiero llegar tarde a mi primer día de entrenamiento, sería un acto de irresponsabilidad gigantesco, mientras Mikasa hacia lo mismo, me vestí, ella salió vestida, empecé a caminar mientras me abrochaba los arneses de mi pierna con dificultad.

—¡Ya está!- dije emocionada dando saltitos como una niña pequeña y lista para comenzar un nuevo día.

Y una nueva vida.

Uno para el otro (Levi Ackerman)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora