XI Free

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Cierro los ojos con desesperación, sintiendo el aire acariciar mi rostro y cabellera. Relajo las facciones y me centro en la respiración tranquila. A estas alturas no huelo el olor a hierro de la sangre, con los ojos cerrados no veo la maldad y sufrimiento.

Pero estoy tan devastada y obligándome a sentir algo, que mi cerebro juega un juego que no quiero jugar, llevando las sensaciones ya mencionadas a un plano real. Siento como si el líquido rojo estuviese a unos centímetros y veo a mi madre junto a un hombre sin rostro, aun en la oscuridad de la mente. Jadeo, tratando de despejar, no hallando otra solución más que abrir los ojos.

En la escena hay tonalidades grises y rojas heladas. Veo cuerpos siendo devorados, tanto almas voladoras como seguras rosas. Quiero ayudar, quiero descender a asesinar los titanes que empiezan a tomar terreno, pero también quiero permaneces aquí, quieta, creyéndome un ser omnipresente, un ser que solo observa lo que pasa con tristeza.

El collar de gema me recuerda el abandono que siempre he sufrido, el negro y lágrimas que ahora se mezclan con el sudor frío.

Quiero ser fuerte, quiero ser invencible, pero también quiero descansar, quiero una vida pacífica.

—¿Qué crees que haces parada ahí? —. La voz que menos esperaba escuchar me provoca un susto que casi me hace perder el equilibrio. No volteo, para que no vea mis ojos desprendiendo gotas de recuerdos. —Sal de ahí, ven, volvamos con los demás, todo está bien, los titanes han sido erradicados—. Frunzo el ceño, desconcertada, miro hacia abajo y es así, ya no hay de esos seres. Hace un instante estaban eliminando a todos mis compañeros.

Pero no tengo tiempo para pensar sobre eso, pues la tristeza se acopla al enojo.

—Nada está bien—. No pienso con claridad, no siendo consciente de a la persona que le estoy debatiendo. —Ningún aspecto de todo está bien—. Giro lo que puedo la cabeza, viéndolo de reojo. Está a unos pasos, pero ambos sabemos que los ladrillos en que estamos parados están sueltos.

—Mira tu bufanda, (T/N), mírala—. Su voz es una línea, indiferente, pero su tono es lo que me llama la atención, está calmo y me está ordenando. Le hago caso, recordando la presión en el brazo, donde está agarrada con unos giros. Está sucia y tiene unas manchas de sangre, pero ahí está, de un lindo amarillo. Me pierdo en ella, en el tejido, recordando los ojos decisivos de Eren.

Eren... Mikasa, Armin.

Giro un poco el torso, sintiendo el suelo tambalear cuando dejo de estar tan a la orilla. Levi está ahí, ofreciéndome su mano, nuevamente.

—No te des la imagen de débil, porque no lo eres, elegiste esta legión, si fueses cobarde no lo habrías hecho, tampoco tolerarías los entrenamientos, titubearías al ayudar a los demás—. Se mantiene sereno, y el ver su rostro me brinda paz. — Confío en tus capacidades, por eso estoy aquí, ven—. frunzo lo labios en una línea recta, es seguro, está dándome fuerzas, y sorprendentemente funciona. — Camina con cuidado y ven, esa no es una zona para poder utilizar el equipo, todo está por derrumbarse—. Su tono se vuelve más duro, erizando mis vellos.

El miedo recorre mis venas, todo el pánico a caer me avasallan con violencia, provocando un temblor en todo el cuerpo, alarmándome. Donde está el capitán se ve mas seguro, al punto que todavía queda madera del piso, pero donde estoy se supone que debería ser una muralla, de puros ladrillos. Estiro la mano, asegurándome que toque la que él ofrece, pero tengo que avanzar.

Doy pequeños pasitos con desconfianza, sintiendo el tambaleo. Maldigo en voz baja cuando las lágrimas tapan mi visión y concentración en el momento en que paso al otro ladrillo. Mis pies resbalan junto a la estructura que estaba bajo éstos, pero a último segundo logro llegar al radio de Levi, quien, ignorando mi mano, me toma del antebrazo. Chillo, en busca de seguridad, asustada de no poder tocar suelo. Mi capitán salta para poder ayudarme a subir, aferrándome a su espalda cuando ya estoy arriba. Respiro agitadamente por la adrenalina en su cuello, consciente que he llegado al punto donde solo dependía de su agarre.

No tengo palabras ni tampoco estoy en la mejor posición como para hablar, así que me dejo tironear al lugar donde él azabache estaba posicionado.

— ¿Te queda combustible? —niego y con rapidez jala de mi equipo, sacando los tubos, me muevo incómoda, pero él pareciese no afectarle nada ¿Cómo es tan fuerte? ¿Cómo se mantiene impasible? Me parece significativo cuando me da un poco de su gas para que pudiese moverme— No gastes más de la cuenta, no hay mucho— sentencia y me indica que ahora tenemos que emprender hacia el otro campamento, donde los demás estarían al acabar su trabajo.

Sé por que me está hablando de eso, y es que intenta cambiar el ambiente tenso que se ha formado, trata de esquivar mis pensamientos y posicionar mi mente al plano de la realidad, algo que agradezco.

Cuando bajamos, todos mis compañeros están con mirada baja y exhaustos, con rostro afligido y sucio. El ambiente es tan lúgubre que me entristece. Las extremidades se me hacen pesadas al chocar con el suelto, percatándome de la mancha de sangre en el pantalón y manos. Suspiro.

Mi caballo está ahí, tranquilo y ajeno a su alrededor, que al parecer se está deshaciendo en escombros filosos. Sin mediar palabras, me acerco a ella a acariciar su lomo, brindándole unas palmadas de apoyo. Desearía estar en su posición ahora.

—Estás herida—. Miro de reojo a Eren, quien no es la diferencia de la estética sombría. Ha sido demasiado por hoy.

—Estoy bien, Eren, no te preocupes—. Sueno más fría de lo que intentaba, en realidad, por ello y al ver su ceño fruncido, le sonrío, apenada. No quiero más que depositar la cabeza en la dura almohada o en el brazo y dormir, poder, por fin, tener un momento digno de tranquilidad. No parece convencido, llegando al punto de abrir la boca para replicar, pero no llega a decir nada cuando el capitán Levi da la señal con las bengalas, dando por terminada la misión e indicando que es momento de volver al refugio establecido.

Ignoro los cuerpos que yacen en el suelo, obligándome a tener la mirada alzada y neutral.

—(T/N)...— Me sorprende que alguien esté a mi lado, pues soy de las últimas, más cuando me percato que la voz es quien hace unos minutos me sostuvo e impidió una caída. Sé que estoy desconcertada, pero lo observo de todos modos, subido a su caballo oscuro y espalda recta. Sus hombros están tensos y sus dedos se aferran a la correa de cuero. —Vive—. Dice, con simpleza, antes de apresurar su paso y dejarme atrás, con el corazón desbordado.

La base no es muy diferente a la torre, solo que ésta es más baja, pero el aire que se respira es el mismo: disconformidad y desorden. Cada grupo está disperso entre los pisos, por lo menos en la legión de reconocimiento, ya que los miembros de las tropas estacionarias parecen hormigas de lo juntos que van, como si estuviesen protegiéndose de depredadores.

Las rondas fueron impuestos hacia algunos grupos de Hanji, por lo que me acomodo en una esquina lo suficiente lejos de Eren como para no escuchar sus ronquidos y tener paz.

No es muy tarde, pero cada cierto tiempo escucho a alguien bostezar o soltar jadeos de cansancio. Yo, por mi parte, estoy luchando para relajar los músculos que arden en latidos, abatidos. Tenemos sueño, pero necesitamos las instrucciones o planes de nuestros superiores para pegar los ojos.

Cuando los pasos de los altos mandos se hacen oír, no tenemos la fuerza suficiente para pararnos, cosa que no es tomada en cuenta por ellos, quienes solo indican el panorama.

—Las Tropas Estacionarias están investigando el motivo del derrumbe de la torre de vigilancia que utilizábamos de refugio para los pobladores y fuente de abastecimiento principal—. El tono que utiliza el comandante no hace mas que provocarme malestar. Sin más, apoyo la cabeza en la pared, pendiente, pero ya empezando a perder el control por la somnolencia. —Pero todo apunta que fue una explosión provocada por una fuga de gas y posterior contacto con un agente externo peligroso—. La conclusión no es para nada conciliadora, pero no tengo ganas de debatir con mi cerebro, que el día de hoy estuvo a punto de terminar destrozado con el asfalto.

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Estoy arreglando los capítulos, cambiando la historia para mayor coherencia y cohesión, cualquier contenido de capítulos anteriores que discrepe, por favor, notificarme.

Gracias por leer, es una historia que escribí hace muchos años y recién estaba empezando a escribir y era una niña.

Sé que tiene problemas de narración inconclusa, voy a enfocarme en arreglar.

Amor para todos

Uno para el otro (Levi Ackerman)Where stories live. Discover now