IX Child

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El aire que se respiraba se volvió denso, pues en los segundos en que el comandante se tomaba su debido tiempo para elegir las palabras que iba a utilizar, cada corazón de la sala, intuyo, latía en una sincronía alarmante, pendientes.

—Me veo en la orden de compartir las noticias en que se ha visto envuelta la humanidad en estos momentos. La situación que está viviendo nuestra especie nos introduce en la obligación de generar una misión urgente, por la seguridad de todos los habitantes dentro de las murallas, pues titanes han sido avistados merodeando los alrededores internos, amenazando la estabilidad y vidas—. Toma aire, a la vez que se oyen cuchicheos entre susurros. — Nuestro objetivo, junto a las tropas estacionarias, es investigar y proteger la humanidad de la catástrofe que presentan los titanes... —. Se calla un momento, no sé si para darnos tiempo para analizar o, en sí, para prepararse él ante las dudas.

El silencio de parte de los reclutas se rompe cuando una voz femenina titubea con miedo: —¿Todos vamos a tener que ir? —. No me veo en el interés de voltear a verle, pues es una voz que desconoces.

—Sí—. Afirma el comandante. —La formación y el plan elaborado será explicado por los capitanes de sus escuadrones lo más pronto posible—. Adelantó. —Aviso que la misión se perpetrará en unos días cercanos, pues un grupo de expedición fue dirigido al área y saldremos cuando tengamos un mejor informe sobre la situación.

El entrenamiento de preparación para salir, aunque menos duro que días anteriores, me resultó una pesadilla, pues la golpiza del capitán todavía entumecía algunos nervios al ser tocados.

Con la llegada de nuevas noticias, se demoraron pocos minutos en notificar a todos los escuadrones vinculados para poder generar un alistamiento, tanto físico como psicológico, tan importante como el primero.

No mentiré en ningún segundo, el corazón aumentó su potencia, siendo escuchado por los oídos con claridad. Y es que la problemática era cierta, personas cerca de la zona afectada habían corrido por socorro hacia los exploradores, suplicando por seguridad, no pudieron hacer más que afirmar que pronto los demás llegarían para eliminar el problema, siendo, efectivamente, nosotros, el apoyo.

Acaricio el caballo con los dedos temblorosos, mostrando lo nerviosa que estoy, realmente no me avergüenza estar en esa parada, porque mirando a mis costados, donde mis compañeros alistan su equipo, veo sus rostros afligidos, en un silencio grito de auxilio y, sonará contradictorio, pero una pizca de emoción se plasma en sus facciones. Espero que en las mías también, ya que conozco sobre el peligro que amenazamos con el exponernos a los titanes, pero eso no quita que esa, justamente, sea la razón por la que estoy aquí, con unas alas que estoy orgullosa de portar.

—¿Te ayudo? —. Pregunta Eren después de un silencio, al, con seguridad, ver como intento subir a la silla de montar, sin éxito. Asiento, afligida, no solo tengo que acostumbrarme al equipo y aprender a moverme con agilidad, si no que a eso le voy a tener que sumar el poder subir al caballo de forma rápida, porque cada segundo allá afuera va a significar el vivir o morir.

El castaño baja del suyo y toma mi mano, ayudándome en el impulso. Ya arriba, le agradezco con sinceridad, acomodando el trasero en todas las posiciones, asegurándome que el camino hacia allá no sea incómodo.

Con calma, la campana resonó, indicando que ya tenemos que salir del establo para avanzar a las puertas y llegar al centro de la operación. Aunque me mantengo atrás cuando vamos, no soy la última, justo al medio de Eren y Mikasa, quien se ha adelantado para llegar a nuestro lugar.

—Tenemos que vivir—. Dice la pelinegra, moviendo su melena en sincronía al movimiento se los galopes.

—Tenemos que vivir—. Repito, sonriendo con paz, paz que de seguro no tendré cuando crucemos las puertas.

Uno para el otro (Levi Ackerman)Where stories live. Discover now