XXIX Progress

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La vaga noción del tiempo y la cordura me abandonan. Pierdo la lógica, pierdo el sentido.

Mi equipo tridimensional deja de sujetarse a una zona fibrosa de los muslos del titán. En los pocos segundos consiguientes tengo que llegar al mejor recorrido para subir y llegar a su nuca.

Aprovecho la distancia que nos separa por el avance continuo del trote del enemigo, para presionar el gatillo nuevamente. Los cables vuelven al juego incrustándose en la espalda.

Mi compañero de la legión vuela alrededor de aquella figura, navegando de forma peligrosa alrededor del torso, en un vaivén lleno de soberbia. Dando cortes ligeros en los brazos, jugando.

—¡Apresúrate, niña! —. Escucho al hombre gritar, pero ya he llegado a su lado, esquivando las cuerdas de su equipo.

Preparo las cuchillas en el aire, lista para cortar los músculos de la nuca y dar por terminada la amenaza.

La respiración se me vuelve pesada, el jadeo se me atora en la garganta y las extremidades se congelan en un segundo.

Los cables que son casi invisibles, ignorados siempre por los titanes, son agarrados por la figura femenina, llevándose consigo al hombre que en un acto de imprudencia y egoísmo intentó en lo que es su último aliento adelantarse y llevarse la nuca del gigante consigo.

Me apresuro a actuar, con el corazón saliendo del pecho y sin aliento, como si el oxígeno fuese nocivo para los pulmones.

Pero es demasiado tarde, los huesos del hombre crujen y se deforman, dando una imagen grotesca.

La sangre salpica el verde césped descuidado mientras el titan parece jugar con el balanceo rápido, en una partida solitaria.

El ruido llega a mis oídos en un sonata diabólica y estremecedora.

Los hombros se me tensan, presionando los gatillos que me llevan al cuello de la sanguinaria figura. Me posiciono en el aire, tomando terreno y fuerza suficiente para un corte limpio.

Corte que nunca llega, pues las cuchillas salen disparadas en mi contra. Pasan a centímetros de mi rostro, amenazantes.

Esto va más allá de mi comprensión y de mis capacidades.

La nuca se ha endurecido en un hermoso cristal, capaz de romper el metal como si de una ramita se tratase.

Grito por la sorpresa, sintiendo un "tic tac" llegando a su fin. Veo los músculos de la espalda del titán contraerse al mismo tiempo que me impulso con los pies en el cristal azulado y me dejo caer, despegándome a la vez que una mano violenta golpea en el lugar donde me encontraba, salvándome por los pelos.

Las ondas expansivas por el golpe me desequilibran, aumentado por un agarre desesperado del equipo tridimensional, solo terminando por acoplarse el gancho izquierdo.

No dejo de pensar que para ella soy una molestosa mosca insistente.

Intento rodearla para tener tiempo para pensar, pero los rápidos movimientos violentos de sus pies me exaltan. Sigue avanzando, aun siendo consciente de mi presencia en su aura.

El bosque cada vez se vislumbra a la cercanía, haciendo peligrar la misión.

—¿Cuántas personas has matado? —. Cuestiono en un murmullo, sin obtener mayores respuestas que otro movimiento que logro esquivar con dificultad.

Es veloz e inteligente, más que cualquier otro titán.

El sudor cubre mi frente, intentando seguirle el paso sin ganarme una sacudida que me llevará a la muerte en un santiamén.

Uno para el otro (Levi Ackerman)Where stories live. Discover now