XXVI Souls

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El de cabellos azabaches presiona sus brazos en su torso, tenso. Sabe que puede esquivar la pregunta, su situación se lo permite, conoce que la chica cederá si él se niega a responderle, pero ¿Por qué entonces está dispuesto?

La única persona que conoce su pasado con detalles es Erwin Smith, quién fue el punto clave que originó el inicio de la mejor y peor época de su vida.

—Nací en la ciudad subterránea—. Empieza, no sabiendo en realidad a donde le llevarán su hablar. —No te esperes una historia esperanzadora, niña—. Reprende cuando ve de frente el rostro con ojos brillosos de ella, asombrada y emocionada por ser testigo de su pasado. Tachibana, ante sus palabras, carraspea, avergonzada de ser obvia con sus muecas.

—Puede ser esperanzadora para quién sea contada, capitán—. Aventura a decir. —El simple antecedente que está aquí, en la Legión de Reconocimiento, siendo el hombre más fuerte de la humanidad, admirado por muchos, me indica que ha trascendido—. Dice lo que piensa, aun con el corazón palpitando con fuerza y el escozor en su garganta temblorosa.

El juicio de él le importa.

—No sabes de lo que hablas, Tachibana. Lo que dices no son más que tonterías—. Chasquea la lengua, rodando los ojos. La chica le duele el pecho, queriendo devolver el tiempo y no pronunciar palabra alguna, más, ve claro el dolor de los ojos ajenos, viniendo a su mente:

¿Cuánto ha sufrido este hombre?

Porque está ahí, delante de ella con la espalda recta como con regla, ojos oscuros, mandíbula fuerte y masculina. Quien podría siquiera pensar lo roto que le está pareciendo más allá de su apariencia en eterno poder. No, lo que dice su cuerpo es una línea horizontal, sin cambios, sin embargo, su mirada puede expresar hasta la niebla de sus pensamientos.

—Lo que dices, el tal "hombre más fuerte de la humanidad", no existe—. Eso vislumbra ella con claridad, teme que el significado que le da a tal seudónimo sea doloroso para él. Antes de darle el tiempo para hablar, él se adelanta, arrugando la nariz y sintiendo un dolor agudo en los músculos de su espalda al despegarse del tronco del árbol. —Porque tal nombre se me fue dado por las misiones donde sobreviví entre tanta sangre, agonía y expectativas perdidas. No lo quiero portar porque no lo merez...—. Se detiene, inhalando con dificultad. No debería perder la compostura, se supone que vinieron aquí para despejarse, para dejar de sentir tal presión en el pecho.

—¿Qué no lo merece? —. Toma valor para continuar. Es algo que ella quería, el poder ver a Levi abriéndose, siendo sincero, eliminando las barreras que, se nota, él ha colocado con cada persona que lo rodea, pero no deja de sentirse arrepentida al ver su reacción reacia, enojo combinado con agobio. —Nos desgastamos depositando nuestra fe en la humanidad en Eren, él ha recibido muchos nombres, "abominación" o "chico titán" entre ellos, usted, en su contraparte, ha recibido el suyo, porque, quiera o no, ha tomado un rol importante para mover a las personas, a motivarlas a seguir. Eren ha sido quien me ha hecho avanzar, y usted quien me ha impulsado. No recibió su título en vano, por todas las vidas que han caído delante de sus ojos, recibió su título porque esas vidas estuvieron dispuestas a ser dadas por la humanidad por usted, por su imagen, por sus habilidades—. Dice mientras posiciona sus manos sucias en las rodillas para incorporarse. Sin perder el hilo de visión que los conecta, continúa: —No es justo, capitán, que se culpe por decisiones que no fueron tomadas por usted, ¿Acaso usted mueve sus extremidades? No, usted mueve sus inspiraciones—. Termina, con los ojos llorosos. Es lo que en realidad ella piensa de él.

Levi contiene la respiración, presionando sus labios entre sí, temiendo no reaccionar de forma correcta. Ve a la fémina delante, encarándolo, pronunciando su discurso con tanta seguridad que le deja claridad que son palabras que rebosan de sinceridad.

Uno para el otro (Levi Ackerman)Where stories live. Discover now