XXXIII Welcome

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Las dos mujeres, compartiendo la exasperación y preocupación por el moreno, ignoran sus diferencias personales, estando a cada costado del muchacho, quien, ajeno a lo sucedido, abre los ojos con lentitud, en una pausa que es como un infierno para sus compañeras y amigas.

Lo primero que siente Eren cuando logra retomar consciencia es su mano siendo presionada en un tacto cálido, más, el rostro de Mikasa entra en un primer plano, con los labios entreabiertos y cristalinos ojos al borde de las lágrimas.

Sin embargo, el bello momento se corta cuando gritos cargados de confusión se escuchan a unos cuantos metros, señalando un punto lejano en las murallas.

La ya un poco alejada Tachibana al querer darle espacio a Mikasa y encontrarse incómoda por la situación, es la primera en mirar hacia donde dirigen los otros sus clamados, encontrándose con un rostro reconocible por las salidas al exterior.

Dentro, por lo más irónico que suene, de las murallas, con una mirada sombría e inclusive aburrida, un titán se halla frente al cielo.

Su mente le indica que retroceda, aunque el estado provocado por la sorpresa frena sus pies, anclándolos al suelo.

(...)

El papeleo para los capitanes y otros mandos de importancia se intensifica por el nuevo panorama, al igual que el número de responsabilidades de Hange, que a pesar de su apretado horario pareciese estar llena de energía, y Levi, quien sus pocas horas de sueño ahora son simplemente inexistentes, intensificando la ya eterna aguja clavándose en su cerebro, en un dolor de cabeza solo calmado en el sueño.

Tales actitudes y malestar no pasan desapercibido por la chica, quien luego de duros entrenamientos y de cumplir sus exigencias como soldado, golpea con delicadeza la puerta de su superior con una mano, solo girando la perilla cuando un suave pero firme "pase" retumba dentro de la habitación, esto ya volviéndose en una rutina.

—Capitán, le he traído la tetera con té, e hice buñuelos, ojalá le guste—. Dice al ingresar al despacho de su superior, con ese aroma a productos de limpieza tan característico.

Con el pie cierra la puerta, intentando sostener a la perfección la bandeja entre sus manos en movimientos ágiles dignos de una mesera.

—¿Te tocó hoy estar en la cocina? —. Cuestiona el hombre, sentado en la acolchada silla detrás del escritorio, agarrándose el puente de la nariz con el dedo índice y pulgar, ya harto de estar sumido horas firmando.

—Si...—. Alarga ella, acercándose con cuidado de no derramar el líquido castaño en las superficies. Ignorando el mal sabor de boca que le provoca estar mintiendo.

—Gracias, Tachibana—. Agradece con sinceridad, soltando un suspiro cansado.

—No tiene por qué agradecer, es lo mínimo que puedo hacer—. Como ya es común en tal rutina, se sienta en el sitial frente a Levi, agarrando un libro sobre el mesón que dejó en ese sitio la última vez que estuvo ahí, en la misma posición, aun cuando todos los días el superior limpia su área de trabajo.

Las aves que pasan a revolotear fuera de la ventana es el único ruido gutural que se oye en el despacho, pues las hojas amarillentas pasar de un lado a otro y la pluma siendo remojada en su tinta correspondiente crean un silencio entre las dos personas que los relaja.

—¿El comandante no ha dicho nada sobre lo que encontramos en la casa de mi madre? —. La pregunta sale para saciar la curiosidad. Pero luego se arrepiente al pensar sobre el trabajo que debe tener el rubio si es que sus capitanes están ya colapsados.

Levi alza la mirada, con la palma de su mano en la mejilla, sosteniendo su cabeza de no caer.

—Creo que en unos días llega el análisis de los collares, para constatar si se trata de una piedra en realidad o de simple imitación, pero te mentiría si te dijese que es algo seguro, pues ya sabes cómo está el panorama—. Habla, dejando la pluma en su base para introducir su mano, ahora desocupada, dentro del cajón sobre sus piernas. —Pero hoy me devolvió el libro junto al dibujo. Creemos que es preferible que los tengas tú, a lo mejor te puedan ayudar a recordar trozos de tu vida que has olvidado—. Le ofrece los útiles, con la hoja suelta tapando la tapa azul de la historia y dejando a la vista la pareja feliz.

Uno para el otro (Levi Ackerman)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang