XL She

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(Levi)

Camino con las manos en la cadera, acoplado al cinturón de cuero del pantalón blanco en el equipo, tratando de mantener el uso de razón al momento de dar órdenes a soldados a mi alrededor, que pasan como una marea de arena.

La suela de mi bota resuena a cada movimiento errático de mi pierna, notoriamente en una conducta ansiosa.

Cuando desvío mis ojos a mis costados, viendo a la lejanía a los amigos de (T/N), topándome con un Arlert estando en la superficie, tranquilo y conversando con una ya más contrariada Ackerman, a una corta distancia.

Hay más heridos de lo que podríamos intuir en la misión que teníamos programada con anterioridad. Fuimos descuidados al planear la desvelación, y tales errores lo estamos pagando en el momento, donde cada minuto que pasa es un minuto donde ellos se alejan de los muros, escapando con un premio gordo.

Hace unos instantes ella estaba aquí, conversándome su día y dispuesta a acompañarme, contándome sobre sus intenciones de prepararse un té con canela sin azúcar, ansiosa de probar los dulces que compré en el último viaje al interior de los muros.

Pero se me ha desvanecido entre los dedos.

A pesar de tener mi cabeza centrada en el asunto del rescate, las órdenes que recibo de parte de Erwin son claras, teniendo que sumirme en aguas de petróleo hasta la coronilla, teniendo que asentir ante los nuevos allegados.

La unión de la legión con las otras fuerzas militares es un desafío. Más cuando se niegan de sobremanera a seguir instrucciones, tales como malcriados, esto impulsado cuando me refiero con la policía militar, que tiemblan como hojas al ver ya cercano el peligro, olvidando quizás que algún día recibieron entrenamiento militar que se centró en fortalecerlos, acostumbrados como bebés al oro y la comodidad que otorgan la muralla más interior, al lado del rey.

—Disculpe, capitán Levi—. Suspiro, reconociendo el tono. —¿se encuentra bien? —. Mis pasos se detienen abruptamente a la mención de mi nombre a mi costado, girando mi rostro para encontrarme una mirada ansiosa pero sinceramente curiosa de parte del rubio amigo de Tachibana.

Arqueo una delgada ceja ante su cuestión, invasiva y con toques personales. Él con rapidez demuestra lo avergonzado y arrepentido que está al hablar cuando niega con la cabeza presionando sus labios contra sí y tiñendo sus mejillas de carmín.

Su acción logra que baje unos niveles de agresividad... tales acciones me recuerdan a ella.

—¿Quién lo está en realidad? —. Muerdo el interior de las mejillas reprimiendo unos insultos que amenazan con salir, no son necesarios.

Llevo bastantes minutos caminando en círculos, con la excusa de vigilar a los mocosos que rondan por el lugar con el pecho inflado de seguridad, en una fantasía que se va a romper apenas vislumbren a titanes sedientos de muerte.

Pero seré un mentiroso si niego que la preocupación va calando por mis huesos a una velocidad alarmante, si niego que, si me quedo quieto en mi lugar, que la imagen de la chica que me ha acompañado sin intereses y que me brinda una tranquilidad que daba por perdida, se materializa en mi cerebro, con una sonrisa que no hace más que culparme por no haber sido lo suficientemente rápido para protegerla.

No debería ser llamado el hombre más fuerte de la humanidad.

—Los rescataremos—. El positivismo de Armin relatado en palabras vacías me consterna. No necesito ánimo, necesito hechos.

(T/N), Eren e Ymir deben de estar a kilómetros de distancia, a un lado de Reiner y Bertolt, esto si es que el panorama no es peor, si es que Tachibana no ha muerto.

Uno para el otro (Levi Ackerman)On viuen les histories. Descobreix ara