—Christian, cálmate. Fue decisión de Anastasia. —Paso la mano por mi cabello frustrado. —Es algo que sólo le correspondía a ella decirte, y los ultimos hechos la obligaron a no hacerlo. —Exhalo ruidosamente. 

Vuelvo a tomar asiento ya que mis piernas aún se encuentran débiles.

—Cariño, la debes comprender. Toda ésta situación se lo impidió. Estaban en términos... —Interrumpo a mamá.

—Mamá, estamos hablando de un bebé. No es un auto, ni una maldita empresa. 

—No voy a discutir contigo por algo que no me tocaba decirte —espeta Elena—. Si Anastasia así lo decidió, yo no soy quién para contradecir sus decisiones. Ponte por un segundo en sus zapatos y dime si tú actuarías diferente al ver a tu prometido en una maldita cama desnudo cuando acabas de saber que estás embarazada. —Se pone de pie.

Por más que quiero, no puedo juzgarla. Aunque me enfurezca el hecho de haberme ocultado ésta verdad, siento que no debo puesto que en cierta forma el momento lo dictó así. Quizás esa noticia en aquel momento me hubiese destruido por completo. Hubiese ahondado en esa brecha que dejó su partida. Habría significado un paso más hacia ese abismo al cual he estado sometido y con el cual estoy luchando. 

—¿Cuándo? —pregunto mirando fijamente hacia arriba en donde sus ojos me envían una advertencia que no estoy dispuesto a acatar. 

—En Nueva York, el día anterior. —Cierro los ojos con fuerza.

Maldigo una y otra vez a esa maldita de Nicole. Saber de lo que me ha separado me llena de una ira totalmente incontrolable. El recuerdo de su mirada en cada línea que pronunciaba trae nuevamente a mi ese vacío agonizante y el dolor de saber que en ese momento, cuando ella creyó que mi amor por ella nunca fue real, estaba nuestro hijo.

—¿Cuánto creían que les iba a durar el engaño? —Levanto la cabeza hacia mamá que tiene sus ojos cristalinos. —Estuviste conmigo todo este tiempo, mamá, me viste flaquear ante mi fortaleza y limpiaste mis lágrimas. ¿Pensaste en algún momento decirme? ¿Sacarme de ese abismo con una verdad que podía cambiar todo? —Permanece en silencio. —Ahora entiendo tantas cosas. —Miro a cada uno. —Las lágrimas de mamá al contarle mis sueños, la compasión y temor en los ojos de mi hermana, la expresión tenue de mi hermano, y las palabras de Raymond ante su condición, pero sobre todo entiendo tu actitud, Elena. Me sorprendió que luego de tratarme como una basura por un hecho que tu propia hija provocó, me buscaras y te mostraras reacia a mi viaje sabiendo que estaba sufriendo demasiado y lo necesitaba. Y peor aún permitiste que se alejara sabiendo que en su vientre lleva a mi hijo.  —Suspira profundamente. 

Intenta hablar pero no lo hace y por primera vez veo a una Elena totalmente muda ante una situación que ella sabía podía solucionar muchas cosas.

—Nadie es culpable de esto, Christian. Tu mismo has visto que todo fue una trampa de Nicole. Lo hecho ya está, queda en ti apoyar en todo a mi amiga. Sé que te puedes sentir traicionado por todos, pero es un tema tan delicado que sale de nuestras manos. Era quebrar una promesa frente a ti, o hacerlo frente a ella e inestabilizar su estado emocional que tú más que nadie conoce. —Miro a Kate. —Estás pensando nuevamente en ti, sin tomar en cuenta lo que ella esperaba. ¿Era mejor saber esa verdad por nosotros, o la hubieras preferido de la mujer que amas? —Muerdo la cara interna de mi mejilla. 

Les doy un repaso a todos. 

—Necesito estar solo. —Me giro y camino hacia la puerta ignorando por completo el llamado de todos. 

Salgo sintiendo que dejo todo de mi en ese jodido hospital. La ira me gobierna por completo al punto de hacer doler mi cabeza. Inhalo y exhalo buscando controlarme pero es imposible. Todos sabían que mi mujer estaba embarazada y prefirieron verme la cara de imbécil.

Hermosa Ante Mis OjosWhere stories live. Discover now