Dos días. 

Dos malditos días en que perdí a la única persona que le da sentido a mi vida. El dolor se ha adherido a mi cuerpo como una segunda piel. Ese momento exacto se ha vuelto una maldita pesadillas la cual intensifica todas estas malditas sensaciones desesperantes en mi cuerpo. Las lágrimas se han vuelto mi más fieles compañeras y un recordatorio del dolor tan fuerte que aqueja mi corazón. 

 Entro al baño y observo mi reflejo en el espejo. Es deprimente mi apariencia. Su ausencia se nota mucho más en mis ojos rojos e hinchados. Cierro los mismos queriendo borrar la desesperación que mantiene mi alma, pero es imposible. Ahí está. Castigándome por ser un completo imbécil y permitir que se fuera. Que rompiera todo lazo que nos unía. Dejando mi corazón completamente destrozado, y es que asumo que el suyo está peor. La imagen de Nicole en mi cama es tan impactante para mi mismo. No entiendo en qué momento caí en sus manos. En qué momento me permití flaquear para que montara todo este teatro.

Tomo una ducha rápida queriendo huir de su recuerdo. En las veces que la hice mía en ese reducido espacio. Bajo al salón en donde el olor a café me da la bienvenida. Una sensación extraña se crea en mi estómago ante dicho olor. 

—¿Le sirvo café, señor? —Observo a Gail con la cafetera en la mano. Miro la misma con el ceño fruncido al sentir que me provoca nauseas. 

—No. —Trago el exceso de saliva. —Sólo un vaso de jugo. —Me mira de la misma manera. 

Y no es para menos. Hasta a mi me extraña ver que mi suplemento favorito me provoca nauseas. Me entrega el vaso y camino a la sala. Bebo del mismo admirando la increíble vista de la ciudad. El día está completamente nublado, reflejando la tormenta que hay en mi interior. Los recuerdos llegan incrementando esa sensación de añoranza. La presión que impone estar en un lugar donde los recuerdos son constantes, es agonizante. Intensifica todas las sensaciones. Incrementa el dolor, lo vuelve insoportable.

El sonido del ascensor llegar capta mi atención. Mi corazón late desbocado al pensar que pueda ser ella. Camino al vestíbulo con los pies temblorosos. Observo como por el mismo aparece mamá, seguida por Taylor. 

En sus ojos se puede ver la preocupación. He querido mantenerme aislado del mundo, pero mi familia lo impide. El día de ayer fue completamente difícil frente a mis hermanos. Sentía que una vez la vi salir por el ascensor mi mundo caía literalmente. El dolor fue algo que jamás había sentido. Ni siquiera la última vez que la perdí me había sentido que el aire me faltaba. Que las paredes se cerraban y no podía encontrar una salida. Mi cuerpo y mente entró en un estado de shock que sólo la inconsciencia me pudo sacar. 

Despertar fue mi propio infierno. Los recuerdos a los hechos me llegaron, y aunque sencillamente pude buscarla y decirle la verdad, entendí que sus palabras fueron contundentes. Que necesitaba tiempo. Que lo que ella presenció es algo que difícilmente podrá superar, y mucho menos dudar, puesto que hasta el último minuto en que torture a Nicole apretando su cuello afirmaba que estaba conmigo.

Los brazos de mamá se enredan en mi cintura. Sus sollozos me arrastran nuevamente a ese estado decaído en el que las lágrimas no cesan. La arrastro hacia el sofá en donde en pequeños balbuceos le explico todo lo que sucedió.  

—No puedo creer que Nicole haya llegado a tanto —susurra afligida. 

—Lo hizo. Siempre me pareció extraño que se mantuviera fácilmente al margen. Inclusive en el cumpleaños de Anastasia la vi completamente diferente. No hizo ninguno de sus dramas al haber presenciado la propuesta de matrimonio. —Suspiro pesadamente. —Era obvio que estaba como un cazador acechando a su presa para cazarlo en el momento indicado.

Hermosa Ante Mis OjosUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum