CAPÍTULO 27

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Saber que Nathalie fue compañera de equipo de Xavier hace que muchas cosas cobren sentido. Como por ejemplo, el hecho de que le permitiera a Gael ir a verla continuamente en horario de trabajo —siempre y cuando tuviera los proyectos terminados para el día en que se fijaron— o tuviese esa extraña conexión con él. Katia no tuvo reparo en contarme que Gael no suele relacionarse con nadie a excepción de con el jefe, y ahora me hago una idea de por qué.

En cualquier caso, Xavier no me preocupa tanto: confío en que el primero sabrá sobreponerse gracias a su perenne alegría. Es Gael quien ha hecho que se me abra un agujero de malestar en el estómago, algo de lo que Katia se percata cuando ponemos rumbo a la editorial, después de acompañar a Non a casa y de dejar a Tibault en el piso.

—Tienes cara de sentirte culpable —señala Katia, mirándome a través del espejo del ascensor—. Y también de estar nerviosa.

—Tú tampoco pareces estar como siempre.

Eso logra cortar toda comunicación entre nosotras: una tregua pactada a favor del «yo no digo nada, tú no dices nada».

Pero es cierto que me siento culpable. La única excusa que tengo para apaciguar los males de mi conciencia, es que si Gael me hubiera necesitado a su lado, me habría llamado.

—Tenemos una reunión. De hecho, la estamos teniendo —comenta Katia, echándole un vistazo al reloj. Luego me mira a mí—. Podrías entrar. Dudo que Xavier te vete el paso, y si lo pillas enfadado siempre puedes esperar fuera. Ya sabes que las reuniones no se suelen prolongar mucho cuando las ponemos por la tarde.

La sigo hasta la sala de conferencias, donde se escucha un murmullo general y una voz por encima exponiendo un tema. Me parece que se trata de Marcel, y aunque no estoy segura, recordar que el hombre sigue existiendo hace que casi me dé una palmada en la frente. ¡Marcel! ¡Mi Marcel!

Katia toca a la puerta y asoma la cabeza con una disculpa preparada.

—Adelante, pasa. Estábamos... ¡Lucille! —exclama Xavier al verme. Levanto la mirada para enfrentarle algo intimidada, pero bajo la guardia en cuanto me encuentro con que esboza una sonrisa de alegría—. No sabía que volverías sin avisar... Qué agradable sorpresa. Ven, pasa, pasa. Luego hablaremos, ¿de acuerdo? Estamos terminando.

Asiento con la cabeza y camino hasta uno de los asientos disponibles, sintiendo las piernas tan débiles que temo la caída. Y sé muy bien a qué viene el nerviosismo, pero prefiero no prestarle atención a la mirada penetrante que hace cosquillear mi nuca. Apoyo los codos en la mesa para impulsarme hacia delante e intento prestar atención a lo que está diciendo Marcel, pero por el camino choco con los ojos más azules que el mar ha tenido que envidiar desde su nacimiento.

Un escalofrío me sacude la espina dorsal, y tengo que agarrarme al borde de la mesa para contener el temblor. Aparto enseguida la vista de él y la clavo en un montón de folios que hay a mi disposición, preguntándome cómo puede ser posible que no haya podido remitir el efecto que tiene en mí ni siquiera un poco.

No es como si él tuviera la culpa de hacerme sentir de esta manera, pero tengo que achacar a su persona todas mis sensaciones contradictorias para no deprimirme. Nunca me ha importado ser vulnerable o admitir que tengo puntos débiles. Sin embargo, Gael no es la clase de defecto que esté dispuesta a aceptar como mío. No cuando me ha apartado de su vida consciente e inconscientemente, después de animarme a embarcarme en una aventura con él.

Hago mi mejor esfuerzo para no repetir un encuentro casual de miradas, y rezo en todos los idiomas que conozco para que la reunión pase rápido. Siento su mirada oscura sobre mí durante los cuarenta y cinco minutos que se alarga, y aunque estoy tentada de fulminarle con una significativa caída de ojos, al final asumo que soy demasiado débil. Hundo el pecho y me conformo con observar a Marcel, inventando maneras de unir los tres lunares que tiene en la cara sin formar el mismo dibujo y a preguntarme el porqué de esas enormes ojeras.

Mi mayor inspiraciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora