El imán junto al metal

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Aquel día había significado un gran cambio no sólo en mi vida, si no también en mi relación con Liam. ¿Como podía pensar en otro chico siendo la más envidiada por poseer a Liam? Me entraba ganas de abofetearme. Caminaba por la universidad con Sally, que me miraba enfadada. 

—Nada está bien contigo, tuve que venir más a menudo—dijo mirándome fijamente.

—Nonono, todo está bien—dije nerviosa.

—Te conozco ¿vale?—dijo seria.

Reconocer que nada estaba bien en mi vida era un acto de flojera que no quería aceptar, y menos ante Sally. Admitir que era una mala novia no era algo que me gustara hacer. Simplemente no me sentía yo en mi propia piel, era como si bloqueara mis pensamientos.

Pero lo mejor estaba por venir.

Me dispuse a despedirme de Sally, y a continuación a mi última clase, donde vi a una persona muy familiar para mi. Era Daniel. Me miraba sonriente y me indicó el sitio libre que quedaba a su lado. Sin embargo, sonríe incómodamente y me senté muy alejada de él. Este me miró extrañado y no volvió a hacerlo durante toda la clase, e incluso no dirigió ninguna atención en mi al marcharse de clase. Pero cuando creí que sería el fin de nuestra relación, vi una nota que alguien había dejado en mi mochila.

Aparcamientos/ 15 p.m

Barajé entre mis opciones, pero finalmente decidí acudir. No sabia quien había dejado aquella nota, pero realmente quería que fuera él. Estaba en lo cierto. Allí estaba el, en su coche, indicándome que subiera.

—¿Evitándome eh?—dijo junto a una mueca.

—Eh, no, que va—dije intentando ocultarlo.

—No hacemos nada malo. Tenemos 19 años Jessica, ahora es cuando tienes que ser más egoísta—dijo acariciandome el brazo, cosa que me bloqueó los movimientos. —Todo es absurdo, hasta que llega algo que no lo es, que simplemente merece la pena admirar —dijo acercándose más aún.

Éramos como un imán junto a un metal, mi cuerpo era su complemento y se dejaba ir, sin poder evitarlo por más que lo intentaba. Bloqueaba mi mente, y me ataba a él. Nos besamos como desesperados, sin poder parar, sin ninguna preocupación.

Entonces unos golpes a la ventanilla pararon nuestro acto. Era Sally.

Frágiles ©| COMPLETADOWhere stories live. Discover now