¿Hice lo correcto?

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Llevaba dos semanas hablando con el chico de la heladería, se llamaba Jake. Era encantador, todo lo contrario que Liam, al que llevaba sin ver desde hace demasiado tiempo.

Intentaba no pensar en él, porque estaba con Rebeca y yo intentaba pasar página, y Jake era el candidato perfecto. ¿Conseguiría Jake sacarme de la cabeza a Liam?

Jake era muy puntual, al contrario de Liam. De nuevo, me despedí de mi madre y salí de la mano con Jake. Estaba muy guapo. Combinó sus ojos azules con una camisa del mismo celeste que tanto me gusta. Me dijo lo guapa que estaba cuando nos saludamos y me alagó que fuera tan educado.

De repente, mientras dábamos un paseo vi una cara familiar desde la lejanía.

Era Liam limpiando su coche, donde el reflejo de su cuerpo fibroso se reflejaba. Unos escalofríos recorrieron mi cuerpo, era inevitable. A medida que nos íbamos acercando, me sentía más nerviosa y Jake me miraba extrañado. Sin esperarlo ni yo ni él, solté la mano que nos unía.

Liam me miró de una forma que nunca lo había hecho. Noté como Jake nos miraba a los dos mientras se daba cuenta de la tensión que se palpaba en el ambiente.

Jake frunció el ceño y me miró un tanto enfadado.

–Escucha si es tu ex y te gus... –intentó decir.

—No es nadie para mí —dije interrumpiéndole.

La cita fue fantástica, Jake era maravilloso. Fuimos a cenar después de un interesante paseo, y la elección del restaurante no podía ser mejor. Conversamos durante toda la cena, sin parar de tener cosas que decir, sentíamos una conexión inevitable.

Al terminar me llevó a casa. Nos bajamos de su coche y me acompañó a mi portal.

—Me ha gustado mucho estar contigo —dije mientras estábamos cogidos de las manos.

–A mi también —Y sus ojos azules se clavaron en los míos con una sonrisa.

Entonces, me besó de repente. Pero no estaba preparada, así que lo frené como pude.

—Jake, debo marcharme—dije mintiendo.

—Está bien —dijo felizmente.

Mientras subía las escaleras hasta mi habitación, no podía creerme todo lo que había pasado. 

No podía dormir. Y debo admitir que no dejaba de pensar en Liam. No podía más. Tenía que hablar con él, así que me armé de valor y me dirigí a su casa. Me daba igual la hora, me daba igual todo. Solo quería hablar con el, lo necesitaba, y no sabia ni lo que le iba a decir.

Finalmente llegué a su casa, y timbré sintiendo un cosquilleo. Entonces abrió.

—¿Qué haces aquí a estas horas? —dijo refregándose los ojos adormilado.

—Necesito hablar contigo—dije mirando al suelo.

—Está bien, pasa —dijo serio.

Subimos a su habitación. Era exactamente como imaginaba. Tenía una habitación muy espaciosa, con una cama enorme y una televisión en la pared. Me sorprendió ver una estantería de libros, cosa que el notó de inmediato.

—Deja de cotillearme la habitación, Jess —dijo regalándome una hermosa sonrisa.

Me ofreció sentarme en la cama con el y me dispuse a hablar.

—Liam, está mañana... —intenté decir.

—¿Es tu novio? —rió mientras preguntaba.

—No, es un amigo —mentí.

—¿Por qué actuaste así está mañana? —dije finalmente mirándole  a los ojos.

—Supongo que porque tu amigo me estaba matando con la mirada —sonrió de nuevo.

—No lo entiendo —dije llevándome las manos a la cabeza. —Por cierto, ¿Rebeca y tu..? —pregunté sin pensarlo.

—No, ha estado viniendo para recoger algunas cosas que se dejó aquí, hemos roto —dijo, y sus palabras no evitaron que me inundara de felicidad.

—Ah, ¿Por qué viniste a mi casa para hablarme acerca de la cabaña? —dije pensativa.

—Por nada— dijo serio.

—Créeme no he venido hasta aquí por la madrugada para que no seamos sinceros —dije frustrada, estaba cansada de que nunca tuviéramos una conversación sincera entre los dos. Tras un largo silencio mi paciencia se terminó.

—¡No sé que hago aquí perdiendo el tiempo, ni si quiera eres sincero! —dije más alterada de lo que quería sonar.

—Pues si, márchate mejor —dijo, y sus palabras hicieron que me enfadara más aún.

—No sé cómo pude pensar que eras diferente, ya me voy—dije levantando los brazos.

Entonces, sin esperarlo, me empujó contra el armario y nuestros labios se encontraron.

Me besaba de una forma desesperada. Sus brazos me juntaban hacia el con cada vez más fuerza hasta que acabé con las piernas rodeadas en su cintura. Me llevó contra la pared y besos intensos y pasionales eran nuestro mayor deseo en esos instantes.

Sus besos eran increíbles. Su carnosos labios se fundían con los míos como si estuvieran hechos a medida. Me llevó a la cama y me senté en su regazo.

Entonces sonreí y dije: -Debo irme ya, antes de que amanezca.

—No, deberías quedarte —dijo con una sonrisa maliciosa.

Barajé mis opciones, y entre un camino largo, solitario y frío decidí quedarme entre los brazos de Liam.

—Esta bien, pero no tengo nada que ponerme—dije.

—Puedes ponerte algo mío—dijo.

La idea de ponerme la ropa de Liam era tentadora, así que accedí. Ese olor que me atrajo a el desde aquel día en el autobús estaba en esa camiseta negra. –Iba a ser una noche muuy larga—me dije a mí misma

Frágiles ©| COMPLETADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora