Encontrar la felicidad

957 42 3
                                    

Desde que conocí a Walden, nada era como esperaba. Cada día me era más difícil mantener mi promesa de no darle mi corazón. Me cuidaba como nadie lo habia echo nunca, se preocupaba por todo lo que necesitaba, e intentaba darme todo lo que tenía en su mano.

Nos veíamos cada día, íbamos a cualquier lugar, sin importarnos donde, porque sabíamos que lo único que importaba era nuestra compañía. Walden comenzó a trabajar en una tienda de surf en la playa, y yo iba a visitarle casi todos los días.

—Surfista —dije al entrar, recibiendo esa sonrisa que tanto me alegraba los días. Se acercó, y sin esperarlo, me cogió y me colgó en sus hombros.

—Ahora te vas a enterar —dijo, y yo no podía dejar de reírme. De repente, entró un hombre, que supe quién era cuando dijo estas palabras: —¿Así es como te tomas tu trabajo? —e inmediatamente me soltó.

—Lo siento señor—dijo al instante.

Cuando este salió, nos reímos más que nunca, me hacía muy feliz. Cuando acabó su turno, me guío hacia la playa, con los ojos cerrados.

—Fíate de mi —dijo divertido, junto un beso en la nariz.

Me quitó la venda y mi sorpresa fue verle con un traje de surfista y dos tablas de surf.

—Toma novata —dijo con un traje para mí en sus manos.

—Te odio—dije accediendo a surfear por primera vez en mi vida.

Fueron unos de los momentos más divertidos de mi existencia, viendo cómo Walden intentaba sostenerse en la tabla. En realidad, era muy buen instructor, aunque no con una novata tan mala como yo. Al salir de la playa,  nos sentamos en la orilla ignorando la hora, ya que era muy tarde. Mientras estábamos acurrucados mirando el amanecer, ignoré las llamadas de mi madre.

Dejándome llevar por el momento, le abracé.

—Gracias —le dije al oído.

—¿Por qué? —preguntó mirándonos a los ojos con una distancia de un centímetro de su boca.

—¡Por cuidarme! —dije,  y un beso cerró el maravilloso día a su lado.

Al día siguiente, fui a verle a la tienda como de costumbre. Mientras conversábamos, entró alguien en la tienda. Al verle, una lagrima recorrió mis mejillas.

—Hola Jessica —dijo Liam.

Frágiles ©| COMPLETADOWhere stories live. Discover now