Secretos

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—Hola...¿le conozco? —dije extrañada.

Al oír mi voz, una mueca de felicidad apareció en su rostro pero cuando mi madre apareció, unas miradas nerviosas se lanzaron y se marchó antes de que pudiera oír esa respuesta que ansiaba.

—¿Quien era ese hombre mamá? —dije acercándome a ella.

—No es nadie. ¿Como está ese amigo tuyo? —dijo.

—Bien —dije sin continuar pregúntandole, ya que sabía que no iba a obtener respuesta pero noté el nerviosismo en su cuerpo mientras se dirigía a la sala de espera.

Al entrar también llegó una enfermera y nos comunicó el buen estado de Liam, así que decidimos marcharnos, pero antes, me despedí de él.

—Liam? —dije al entrar en la habitación de nuevo.

—Hola—dijo dulcemente.

—He oído que mañana te darán el alta —Dije tímida.

—Si, eso he oído —dijo intentando incorporarse.

—Te irás ya verdad? —prosiguió.

—¿No quieres que lo haga? —dije encontrando sentimientos pasados.

—Claro que no. Todo esto está siendo duro para mí, y me encanta que estés aquí para mi ahora —dijo dejando entrever su pircing. —No te vayas —dijo de repente, mientras apretaba su mano fuertemente contra su camilla.

–¿Como me puedes pedir esto Liam? —dije girándome queriendo olvidar lo que acababa de escuchar.

—Porque si, soy un egoísta, soy el que te dejó escapar—dijo mordiéndose los labios.

—Tengo que pensar —dije, con un nudo en la garganta.

—¿Qué tienes que pensar? —dijo una voz masculina. Al girarme me tope con Walden.

—Puedo explicarlo Walden —dije siguiéndole tras su marcha.

Lo encontré en la salida y al notar mi insistencia dijo: —Déjame en paz, no sé que cojones hago aquí, acompañándote a ver a tu ex novio y aguantando todos los comentarios y ahora esto... te ahorraré el pensar, olvídate de mí —dijo saliendo del hospital.

Tenía la cabeza echa un lío y no encontraba ninguna respuesta lógica. Por eso, me marché. Llegué a casa con mi madre y mi hermano pensando que la ducha me sacaría de mis problemas. Sin embargo, fue la llegada inesperada de Sally la que la tuvo. La abracé con tanta fuerza como dolor tenía en mi interior. Dormimos acurrucadas sin hablar de nada, simplemente me sentía mejor.

Al día siguiente, cuando me dirija a desayunar, oí a mi madre hablar por teléfono. Entonces, decidí esconderme detrás de la puerta y escuchar la conversación, ya que pensaba que mi madre me ocultaba algo.

—No puede enterarse, Frank —le dijo a alguien por el teléfono.

—¿De qué no puedo enterarme mama? —dije sorprendiéndola.

—Jessica, ve a tu cuarto —dijo tapando el teléfono.

—No —dije firmemente. —Dime de una vez por todas lo que escondes de mí—dije enfadada y cogiéndole el móvil.

—¿quien eres? —pregunté antes de que mi madre me lo arrebatara.

—Soy tu papá—dijo un hombre ilusionado por escuchar la voz de su hija.

Frágiles ©| COMPLETADOWhere stories live. Discover now